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Lo desarrolla la FES
Iztacala
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Se crea un mantenedor
de espacio que tendría diversas ventajas para quienes perdieron dientes y
muelas por caries
Por: Laura Lucía Romero Mireles
Foto: Francisco Parra.
En México, el índice de incidencia de caries
infantil es alto, de 75 por ciento; las piezas dentales más dañadas son los
molares primarios (o “de leche”). Para atender el problema que representa la
pérdida o daño de éstas por la citada causa, en la Facultad de Estudios
Superiores (FES) Iztacala, de la UNAM, se desarrolla un mantenedor de espacio
que tendría diversas ventajas.
Cecilia Carlota Barrera Ortega, jefa de Sección de
la Clínica Odontológica Acatlán, de la mencionada entidad universitaria, expuso
que en su laboratorio se trabaja con un polímero sintético comercial llamado
policaprolactona, que es biodegradable y biosintético.
Sus ventajas son: estar elaborado con un material
novedoso, estético, funcional, con un costo menor, que se podría colocar en una
sola cita, sin necesidad de mandarlo a fabricar en un laboratorio dental.
Ese material se hace funcional al agregarle nanopartículas
de diferentes óxidos metálicos. “En el Laboratorio de Investigación en Nano y
Biomateriales Dentales llevamos a cabo la síntesis de tales nanopartículas
(diminutas, de aproximadamente 25 nanómetros) para darle a esa especie de
andamio la propiedad de ser antimicrobiano y radiopaco (es decir, que al no ser
atravesado por los rayos X, es visible en la radiografía como una zona
blanca)”.
La meta es obtener un mantenedor de espacio para
aquellos pequeños que perdieron dientes o muelas debido a la caries temprana y
que deben sustituirse porque de otra manera, cuando vengan los dientes
permanentes, se presentará una maloclusión (o incorrecta alineación de los
dientes), que es la segunda enfermedad más frecuente en menores, después de la
caries.
Los andamios están diseñados para colocarse en un
medio donde hay abundantes bacterias; esos polímeros se degradan con el tiempo,
y al momento de hacerlo liberan las nanopartículas que carecen de efectos
tóxicos, pero tienen antimicrobianos para ayudar a disminuir, en primera
instancia, la caries y también la biopelícula conocida comúnmente como placa
dentobacteriana.
En la literatura científica, explicó la
universitaria, existen numerosas nanopartículas de óxidos metálicos con esa
capacidad; sin embargo, no todas son útiles. Las de cobre, por ejemplo, poseen
buenas propiedades antimicrobianas, pero tiñen de negro y no sería estético
colocarlas en la boca de un paciente. Por ello, se eligieron las de óxido de
zinc, magnesio y bismuto.
La especialista en Odontopediatría, y maestra y
doctora en Ciencias, señaló que esta es la primera vez que se intenta otorgar
una aplicación de este tipo a esos materiales. “La policaprolactona se ha usado
para el electrohilado; es decir, mallas para que las células puedan ‘caminar’.
Lo que nosotros estamos desarrollando es un bulk o bloque, al que se agregan
diferentes nanopartículas para ver su efecto antimicrobiano durante varios días
y después ponerlo en un medio biológico”.
En la primera fase, la investigación consiste en
“dopar o funcionalizar” el polímero con las nanopartículas y probarlo con
células. Luego, se pondrá en contacto con bacterias, posteriormente se probaría
en un modelo animal hasta llegar a utilizarse en pacientes.
Se requiere un mantenedor de espacio intramucoso,
no invasivo, cuando el pequeño tiene un proceso infeccioso, pero no puede tomar
antibióticos de manera prolongada, por lo que se necesita extraer la pieza para
evitar complicaciones.
En infantes a partir de los tres o cuatro años se
puede requerir ese andamio, a fin de que permanezca disponible el espacio para
el molar permanente que todavía no va a erupcionar, y que cuando venga el
recambio se haga de manera normal. En este caso, la ventaja sería contar con un
mantenedor que se degrada con el tiempo y evita infecciones.
La policaprolactona tiene una ventaja más: se puede
manipular porque su punto de fusión ocurre a los 60 grados Celsius, “no nos
quemamos, y ya con las nanopartículas embebidas, podríamos colocarla en el
paciente en una sola cita; de acuerdo con su crecimiento cráneo-facial y con
base en una radiografía previa, se diseña en ese mismo momento”.
Hasta ahora se utilizan mantenedores de espacio
metálicos y se requieren dos citas porque se mandan a elaborar en un
laboratorio. En este caso el manejo conductual del paciente pediátrico no es
trivial, recalcó Barrera Ortega, y menos si tiene dolor o presenta mal
tratamiento previo. En esta situación sería innecesario cambiar el andamio en
lo que brota el diente definitivo; sólo se podría monitorear radiográficamente,
como establece la norma ISO-4049. “Al utilizar el polímero con las
nanopartículas de óxidos metálicos, mediante una radiografía, podremos conocer
la condición del material a través del tiempo”, detalló.
El estudio en el Laboratorio de Investigación en
Nano y Biomateriales Dentales –donde se forman recursos humanos de excelencia,
especialmente en estomatología pediátrica, y se albergan estudiantes de las
carreras cirujano dentista, ingeniería, física y química–, se encuentra en la
fase de ciencia básica, de funcionalización y caracterización física, química y
biológica.
La universitaria recomendó a los padres de familia
llevar a sus hijos cada seis meses a revisión dental con un odontopediatra,
experto en tratarlos.
Fuente: UNAM