La magia de este quinteto de poblados invita a escaparse para recorrer sus calles, probar su gastronomía y tomar bocanadas de aire puro por sus alrededores. Si te hace falta un tiempo fuera, toma en cuenta estas opciones.
Se llama Amealco y destaca por su envidiable ubicación entre bosques y lagunas, que permite practicar distintas actividades al aire libre, como ciclismo de montaña o senderismo. Sin duda, una joya ecoturística del estado de Querétaro. Que nadie se vaya sin probar el mole de guajolote acompañado por un pulque curado.
No te pierdas: la Parroquia de Santa María Amealco, construida entre los siglos 18 y 20, y el Museo de la Muñeca Artesanal, para comprar un colorido ejemplar.
Distancia: a 175 kilómetros aproximadamente de la CDMX.
Más información: https://queretaro.travel/
Se llama Tlaxco y presume uno de los ambientes más hospitalarios de Tlaxcala. La Parroquia de San Agustín Tlaxco es la imagen que todos los visitantes se llevan de recuerdo de estas tierras, así como los sabores de carne de cerdo bañada en pulque, quesos de tenate y empanadas de requesón.
No te pierdas: las capillas del Calvario y de la Virgen de Lourdes, la Casa Goyri y las haciendas Santa María Xalostoc, Santiago Tecomalucan y San Diego Xochuca.
Distancia: aproximadamente a 150 kilómetros de la CDMX.
Más información: https://visitatlaxcala.com.mx/
Se llama Tlalpujahua y parece que su corazón es de cristal. Se encuentra enclavado en las montañas y, si algo puede presumir este poblado michoacano es el talento y la maestría de sus artesanos, quienes se encargan de elaborar coloridas esferas navideñas y otras hermosas figuras de cristal.
Toda una experiencia resulta visitar los talleres y ver a los artesanos en el arte de soplar el vidrio y decorar docenas de productos. Nadie debe irse sin comprar exquisitos dulces, conservas y licores tradicionales.
No te pierdas: el Santuario de Nuestra Señora del Carmen, el Parque Nacional Rayón y la Presa Brockman.
Distancia: a unos 200 kilómetros de la CDMX.
Más información: www.visitmexico.com/michoacan
Se llama Villa del Carbón y es uno de los Pueblos Mágicos del Estado de México.
Está rodeado por árboles de eucalipto, pino, encino y oyamel. El lugar se caracteriza por sus artesanías en piel, así que hay que llevar de recuerdo unas botas, una chamarra o un cinturón elaborado a mano. Además, todo el mundo debe llevar a casa una botella de rompope casero.
No te pierdas: la presa Taxhimay, para observar los restos del antiguo pueblo de San Luis de las Peras, y la Iglesia de San Francisco de Asís.
Distancia: a 75 kilómetros de la CDMX.
Más información: https://turismo.edomex.gob.mx/villa_carbon
Se llama Zimapán y se encuentra al pie de la Sierra Hidalguense. Además de caminar por sus encantadoras calles esta localidad tiene dos principales atractivos: un monolito de 15 metros llamado El Vigilante y la presa Fernando Hiriart, en donde se puede pasear en bote. Entre las delicias que se pueden probar destacan la barbacoa, el chicharrón y la salsa de chile rayado.
No te pierdas: los cañones de San Cristóbal y el del Infiernillo, las grutas de Xajhá y la Parroquia de San Juan Bautista.
Distancia: a 207 kilómetros de la CDMX.
Más información: https://hidalgo.travel