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Se realiza por medio de la Red Sísmica de
Querétaro, que funciona con equipos de banda ancha y acelerómetros de bajo
costo
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Se busca tener más información de eventos de
baja magnitud conocidos como “enjambres sísmicos”, destacó Víctor Hugo Márquez
Ramírez
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Juan Martín Gómez González refirió que es
necesario incrementar el número de redes y estaciones de monitoreo sísmico en
México
CDMX, 2 de diciembre. – A fin de
monitorear y estudiar el fenómeno sísmico en las zonas centro y norte del país,
la UNAM, a través del Centro de Geociencias (CGEO), ubicado en el campus
Juriquilla, estableció la Red Sísmica Permanente de Querétaro.
Esta Red nos ayuda a
caracterizar, principalmente, los sismos de Querétaro. Sin embargo, también
tiene la capacidad para registrar temblores de Veracruz, Nuevo León,
Aguascalientes, Hidalgo, San Luis Potosí y el Estado de México, siempre y
cuando rebasen una magnitud 4.5.
“Además,
estamos expandiendo y complementando la Red con acelerómetros de bajo costo que
hemos instalado en estaciones en Guanajuato, San Luis Potosí, Zacatecas y
Colima”, explicó el cocoordinador de la Red, Víctor Hugo Márquez Ramírez.
La Red está integrada por 10
estaciones de banda ancha y de periodo intermedio, las cuales detectan
movimientos telúricos fuera del estado, a partir de magnitud 4.5 en el país y
5.5 a nivel global.
Asimismo, con 20 acelerómetros de
bajo costo se podrán caracterizar los movimientos del terreno, principalmente
en zonas urbanas, causados por actividades humanas como el tráfico, el impacto
de importantes fuentes de energía. El uso de varios equipos permite establecer
su relación con el hundimiento en áreas urbanas y su efecto en la
infraestructura.
Con la red de Querétaro también
se busca mejorar la información hacia la población en general, desplegar
instrumentos en escuelas, divulgar la importancia e impacto del estudio de la
sismicidad en México, entre otros aspectos, agregó Márquez Ramírez.
Más
equipos
A su vez, el investigador Juan
Martín Gómez González subrayó que es necesario establecer mayor número de redes
y estaciones de monitoreo sísmico en México, pues las que hay son insuficientes
y tiembla en 90 o 95 por ciento del territorio nacional.
“En
Costa Rica, con un territorio 12 veces más pequeño que la República mexicana,
hay 300 estaciones, mientras que en el Servicio Sismológico Nacional se cuenta
con 64. En la parte sur de California, Estados Unidos, hay cerca de mil 500
estaciones y es la quinta parte del territorio mexicano”, argumentó.
Algunos equipos de la Red Sísmica
Permanente fueron adquiridos -en diferentes periodos- con recursos del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT). También recibieron apoyo del
gobierno estatal, a través de la Coordinación Estatal de Protección Civil de
Querétaro, de municipios y de particulares.
En tanto, los acelerógrafos se
obtuvieron en 2019 con otro apoyo del CONACYT; se instalaron en universidades,
centros de investigación, escuelas, centros culturales, espacios públicos y
algunos predios privados.
Los expertos señalaron que buscan
continuar con la expansión y colocar, al menos, dos acelerógrafos en cada uno
de los 18 municipios de Querétaro e instalar más en otras entidades.
“Hay zonas del país donde no hay
estaciones y han ocurrido algunos eventos pequeños, incluso ‘enjambres
sísmicos’, que son series prolongadas de eventos como los ocurridos en
Guanajuato, en 2021. El origen de estos puede ser por movimiento relativo de
fallas.
“Los
acelerógrafos del CGEO también se han usado para monitorear un enjambre
asociado al vulcanismo en Tancítaro, Michoacán, en 2020 y 2021. Allí no había
estaciones cercanas, lo que dificulta localizar los eventos. Al desplegar
equipos cerca de las fuentes se facilita tener la ubicación más precisa de la
sismicidad, saber dónde ocurrió el evento, cómo se propaga la energía y cómo
evoluciona la sismicidad, de ahí la necesidad de densificar las estaciones”,
añadió Márquez Ramírez.
Los universitarios detallaron que
México tiene la mayor parte de sus estaciones desplegadas hacia las costas del
sur del país, donde se registra la mayor tasa de sismicidad y también ocurren
los eventos más grandes. Sin embargo, es importante estudiar la sismicidad de
magnitudes pequeñas en otros estados porque puede ser peligrosa. “Un sismo de
magnitud 4 o 5 de una zona urbana, a una profundidad somera, puede causar daños
importantes”.
Las redes densas permiten tomar
con detalle el pulso de la Tierra, saber dónde tiembla y dónde se pueden
generar más sismos grandes.
El académico Gómez González
destacó que la información generada por la Red, además de permitir investigar,
es de gran utilidad para las coordinaciones estatales de Protección Civil y de
los municipios. En Querétaro algunos de los equipos instalados fueron
adquiridos por la coordinación estatal, años atrás.
“Hay
muchos otros fenómenos además del sísmico, en los cuales nosotros podemos
intervenir y ayudar a la sociedad. Por ejemplo, el aeropuerto de Querétaro no
tiene ni una estación sísmica, infraestructura como esa debe estar monitoreada permanentemente. Querétaro
tiene alrededor de 45 parques industriales y cada uno debería contar, al menos,
con un equipo de bajo costo, así como cada escuela, universidad, hospitales y
demás lugares de alta concentración de la población”, remarcó.
“Si
somos capaces de ir a buscar información a otros planetas para adquirir nuevo
conocimiento sobre el origen del Universo ¿Por qué no buscar alternativas que
nos permitan un mejor conocimiento del interior de la Tierra y una mayor
seguridad para la población? Aún falta mucho por conocer sobre el fenómeno
sísmico”, insistió.
El experto destacó la vocación de
colaboración nacional e internacional que hay en el CGEO. Muestra de ello es
que en 2020 la estación de banda ancha del campus Juriquilla se trasladó al
Centro de Enseñanza, Investigación y Extensión en Producción Animal en
Altiplano, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, en el municipio
de Tequisquiapan, y sus datos se comparten con el Servicio Sismológico Nacional
y con el consorcio de Instituciones de Investigación Incorporadas para
Sismología IRIS -por sus siglas en inglés-, de Estados Unidos.
Fuente: UNAM