DEBEMOS TRANSITAR HACIA ESTILOS DE VIDA MÁS SALUDABLES
- Hay que trabajar en equipos interdisciplinarios, consideró Mariana Valdés Moreno
- Sugirió evitar las dietas que promueven cambios mágicos o drásticos sin el menor esfuerzo
- Los nutriólogos educamos para la modificación de comportamientos, planteando estrategias basadas en los gustos y preferencias, añadió
Ciudad Universitaria, CDMX, 21 enero 2025.- Es frecuente que con el inicio de un nuevo año las personas busquen modificar su estilo de vida y ser más saludables, para ello deben acompañarse de nutriólogas y nutriólogos que les ayuden a transformar conductas, aprender a comer de manera saludable y variar sus hábitos de forma sostenible.
Lo anterior de acuerdo con la jefa de la Licenciatura de Nutriología de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la UNAM, Mariana Valdés Moreno, quien también sugirió no arriesgarse a adoptar “dietas” que se difunden en las redes sociales donde se promueven remedios fáciles, “mágicos”, que prometen cambios drásticos sin el menor esfuerzo.
Principalmente en el peso, pero este no es la composición corporal: cuánto tenemos de grasa, cuánto de músculo. No nos dice mucho porque puede ser saludable y en realidad presentar una composición corporal elevada en grasa que nos está poniendo en riesgo, explicó.
Lo ideal, subrayó la experta universitaria, es que si alguien ha decidido alterar su alimentación cuente con el acompañamiento de una persona profesional en Nutriología y, dependiendo de la complejidad de su caso, también revisión médica. Por ejemplo, se recomienda este abordaje si se trata de alguien con una enfermedad crónica no transmisible, con o sin tratamiento.
El sobrepeso o la obesidad -que pudieran ser los que detonan un interés por mejorar los estilos de vida- suelen acompañarse de comorbilidades como diabetes o hipertensión, los cuales con frecuencia desconocen que los padecen.
“En ese sentido, es muy importante un primer acercamiento con un médico para saber cuál es el estado de salud al momento; si ya hay un diagnóstico y tratamiento, y evaluar posibles interacciones entre fármacos y nutrimentos. Es decir, que algún paciente esté tomando un medicamento cuya absorción o metabolismo se vea alterado por algún nutrimento que está más presente en cierto tipo de alimentos, es algo que, sin duda, el nutriólogo debe tener presente”, indicó.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2020-2023, 18 por ciento de las personas adultas en el país registraban diabetes, pero una tercera parte desconocía su diagnóstico y solo 26 por ciento mantenía la enfermedad bajo control.
Además, 30 por ciento de la población adulta también presentaba hipertensión arterial y 43 por ciento carecía de conocimiento de su diagnóstico; solo 57 por ciento de las diagnosticadas y con tratamiento farmacológico mostraba valores de tensión arterial bajo control; y más de la mitad -52 por ciento- no realizaba ninguna medida no farmacológica, como dieta o ejercicio.
La experta universitaria remarcó que la intervención de la nutrióloga o nutriólogo debe apoyarse, además, por algún psicólogo y un entrenador deportivo, a fin de que el abordaje sea integral, no de manera segmentada.
“La información sobre la actividad física que se realiza es necesaria para que la prescripción de nutrimentos y de energía sean las adecuadas. Trabajar en equipos interdisciplinarios es lo ideal”, remarcó la también maestra en Ciencias Bioquímicas.
“Las promesas de bajar de peso rápido, sin esfuerzo y comiendo lo que los demás te prohíben, generalmente pone en riesgo la salud de los individuos, porque no se tiene conocimiento de su historia clínica nutriológica o porque tienen alguna enfermedad preexistente.
Además, esas transformaciones en el tiempo no van a ser sostenibles porque no les enseñan a las personas a comer de manera saludable. Eso es lo que hacemos los nutriólogos: apoyar en la transformación de conductas planteando estrategias integrales, con opciones basadas en los gustos y preferencias de los ciudadanos, remarcó la académica de la UNAM.
Indicó que el “famoso rebote” en la ganancia de peso es una preocupación en la misma medida de la gravedad de los problemas de salud que pueden detonarse.
Acudir al nutriólogo, remarcó Valdés Moreno, es una inversión en salud a largo plazo, si se le contrasta con el costo -individual y social- que tienen las enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con la obesidad, por ejemplo. Además, es un servicio que se ofrece en instituciones públicas y privadas.
FUENTE: UNAM