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En la medida que
las niñas reciban apoyo, se les proporcione información y sepan que no es desagradable,
se evitará el fuerte estrés que experimentan, afirmó Verónica Alcalá Herrera
CDMX,
27 de diciembre. – De existir un desfase
entre el desarrollo sexual y la madurez psicosocial de las jóvenes menarcas
tempranas –primer periodo menstrual de algunas menores–, se les podrían
desencadenar síntomas de depresión y también ansiedad, caer con facilidad en
adicciones, beber alcohol más tempranamente, presentar conductas dañinas como
cutting (cortarse la piel con objetos afilados, lo que genera heridas
superficiales sin buscar el suicido) y trastornos alimenticios como la
anorexia.
Lo
anterior de acuerdo con la investigadora de la Facultad de Psicología (FP) de
la UNAM, Verónica Alcalá Herrera, quien indicó que, al parecer, las
adolescentes en esa situación tienen menor escolaridad pues suspenden o
abandonan los estudios; varias también se embarazan o buscan pareja a edad
temprana; “debemos pensar que biológicamente las hormonas tienen una finalidad:
el aumento del interés sexual para la búsqueda de ello”.
Para
numerosas adolescentes llegar a los 15 años de edad es una ilusión, un proceso
en el que dejan de ser infantas y pasan a ser mujeres. Pero también es un
parteaguas, desde el punto de vista del desarrollo humano, porque inician un
nuevo proceso: la madurez sexual y reproductiva; sin embargo, pasarán todavía
uno o dos años hasta que se regule su organismo. Si bien se trata de un
fenómeno eminentemente neurobiológico, se engarza con factores psicológicos y
sociales, acotó.
Indicó
que en el último estudio que realizamos en México, en 2016, se observó que,
tanto en la capital del país como en Jalapa, Veracruz, el promedio de edad de
la menarca es de 11.4 años. “Si se revisa literatura más antigua, podemos
encontrar una disminución en la edad de la primera menstruación durante el siglo
XX y principios del siglo XXI”.
Verónica
Alcalá consideró que cuando se habla de menarquia temprana “debemos considerar
cuál es la edad promedio en la que aparece ese proceso fisiológico en una
población determinada; esa fue la razón que nos llevó a realizar el estudio
donde se calculó la edad de la menarquia en Xalapa y en la Ciudad de México,
porque se decía que era antes de los 11 años, pero no estábamos tan seguras de
que así ocurriera en México”.
Una de
las preguntas que intriga a la comunidad científica, es conocer por qué se
adelanta la menarquia. Entre las explicaciones está: para que una menor
comience a menstruar, se requiere que tengan cierto peso y talla. “Sabemos que
en la población mexicana las niñas tienden a la obesidad, lo que hace que
alcancen el peso y la estatura requerida con antelación, ya que el metabolismo
de los lípidos participan en la madurez reproductiva”, y esta sería una de las
razones por las que las niñas mexicanas presentan la primera menstruación a
edad más temprana
Las
presiones psicosociales, prosiguió, son otro de los factores que participan en
dicho adelanto. Niveles altos de estrés a temprana edad impactan al sistema
hipotálamo-hipófisis-gonadal, lo que favorece la madurez reproductiva temprana.
Sentimientos
de confianza
La
especialista en psicobiología destacó que el grupo de investigación que dirige
encontró síntomas de depresión en un grupo de jóvenes menarcas tempranas en
comparación con las menarcas regulares “y, además, algo que las investigaciones
no habían reportado, como producto de la aplicación de un instrumento de
afrontamiento psicológico a este proceso fisiológico temprano fue que las
menarcas tempranas mostraron menor uso de estrategias de afrontamiento no
productivas”.
¿Qué
significa esto? Las estrategias de afrontamiento pueden ser productivas o no
productivas. En el primer caso las menores saben que cuentan con apoyo
familiar, se muestran optimistas, perciben las cosas con más ligereza, buscan
solución a los contratiempos, no permiten que el problema las abata; mientras
que en el segundo caso reaccionan de forma agresiva, tratan de evadir los
conflictos, son impulsivas, es decir, están centradas en la emoción y no en el
problema, por lo tanto, tienden a tomar malas decisiones, expresó la especialista.
“Entonces,
las chicas que participaron en nuestra investigación y que fueron clasificadas
como menarcas tempranas, indicaron que para resolver problemas usan menos el
enojo y las agresiones, no evaden los conflictos y son menos indiferentes a las
dificultades, en comparación con las menarcas regulares”, detalló.
“Esto
llamó nuestra atención y nos condujo a hacer otro comparativo: de las chicas
que fueron clasificadas como menarcas tempranas, las subdividimos en un grupo
de niñas que tenían más tiempo de haber iniciado su primer periodo menstrual
(cuatro a seis años); y aquellas que tenían uno a tres años de haber empezado
ese proceso, encontramos que las primeras utilizaban menos estrategias no
productivas a diferencia de las segundas”, planteó la académica universitaria.
La
explicación sería que los síntomas depresivos están más asociados a la
elevación de las hormonas femeninas; la literatura se refiere a la relación
entre los estrógenos y depresión. Sin embargo, las estrategias de afrontamiento
no están ligadas con las hormonas, sino con las experiencias que la niña
adquiere a partir de que apareció la menstruación. Por ejemplo, “las jóvenes al
tener rasgos de mayor edad tienen que lidiar con el asedio de algunos hombres
que las ven, les chiflan y les dicen piropos que las incomodan”.
Asimismo,
dijo, “con las responsabilidades que los adultos le confieren; pero, además,
con sus propios impulsos, como sería el muchacho que les gusta. La joven que
inició su regla tempranamente y que tiene más años menstruando, ha aprendido
que no le son útiles las estrategias no productivas y, por tanto, deja de
utilizar el enojo, la impulsividad y la evasión, al parecer han madurado un
poco más. Eso es lo que encontramos en el proyecto de investigación”.
Puntualizó
que es esencial que la familia, en particular los padres, acompañen a las niñas
y adolescentes en esa etapa, sobre todo en la infancia, para proporcionarles
sentimientos de confianza, amor y protección para evitar que sientan angustia,
principalmente con las niñas que son menarcas tempranas; hacer que acepten su
género y con ello la menstruación. En la medida que estén acompañadas, se les
facilite información y se les haga saber que la menstruación no es
desagradable, se evitará el fuerte estrés que experimentan.
En el
área educativa, recalcó, se requiere orientación en el tema, tanto para los
docentes como para las niñas; generar materiales que fomenten empatía, compasión, tolerancia y
acompañamiento, e incluir a los varones. Sería ideal trabajar con ambos sexos,
no puede ser que este tema, como cualquier otro de sexualidad, se atienda por
separado, niñas por un lado y niños por el otro. Esta educación debe iniciarse
en la infancia, no aplazarla hasta la adolescencia.
Recordó
que los hombres tienen su propio proceso, la espermaquia (primera eyaculación
que se produce en los adolescentes), aunque no se habla mucho de ello. “Los
chicos lo viven en completa soledad, y para los jóvenes no es fácil identificar
con precisión cuándo ocurre, no es una señal tan clara como la menstruación,
por ello es difícil estudiarla”.
FUENTE: UNAM