Al final del Ángelus, el pensamiento de Francisco se dirige también a la
nación sudamericana, a merced de fuertes tensiones que en las últimas semanas
han causado víctimas entre manifestantes y fuerzas de seguridad:
«Superemos la crisis política y social».
Tras la oración mariana, el Papa, desde la ventana del
Palacio Apostólico, expresa su preocupación por la situación en Perú, país
sumido en fuertes tensiones políticas: Rezamos también por la paz en Perú,
para que cese la violencia en el país y se emprenda la vía del diálogo para
superar la crisis política y social que aflige a la población.
La nación sudamericana está a merced de la ira de los votantes, que ha permanecido durante mucho tiempo en la superficie tras años de política tumultuosa en los que hubo seis presidentes en cinco años. La mayoría de los antiguos dirigentes han sido encarcelados o investigados por corrupción. La situación ha estallado en las dos últimas semanas.
Un país a merced de la inestabilidad política y social
Los
manifestantes bloquearon carreteras, incendiaron edificios y ocuparon
aeropuertos tras la destitución de Castillo el 7 de diciembre, pocas horas
después de que intentara ilegalmente cerrar el Congreso para evitar una
votación de destitución que temía perder. Murieron al menos 18 personas. Muchos
de los que protestaron -algunos partidarios de Castillo y otros simplemente
enfadados- dijeron sentirse ignorados por los líderes políticos, informa Reuters.
Boluarte, primera mujer presidenta de Perú que habla
la lengua indígena andina quechua, hizo un llamamiento a la calma e imploró al
Congreso que adelantara las elecciones. Ha declarado que no dimitirá, a pesar
de las presiones. Castillo llegó a la presidencia el año pasado gracias al
apoyo de los votantes rurales, hartos del statu quo y de lo que
consideraban la élite política corrupta de Lima. «Fui elegido por los
hombres y mujeres olvidados del Perú más profundo, los desposeídos que han sido
desatendidos durante más de 200 años», dijo Castillo en una carta
manuscrita desde la cárcel. Cumple 18 meses de prisión preventiva mientras se
le investiga por presuntos delitos de rebelión y conspiración, que él niega.