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Robert Markens señaló que “Ascalapha
odorata”, la mariposa negra, muertera o ratón viejo, era un signo de
transformación de la vida a la muerte
Ciudad de México, 17 de diciembre.
– Si bien durante largo tiempo se ha considerado a las mariposas negras como un
símbolo de mal augurio, su significado era más complejo en la antigua
Mesoamérica. Los zapotecos prehispánicos de Oaxaca, por ejemplo, se impactaron
por su habilidad para transformarse de un organismo a otro durante su ciclo de
vida (metamorfosis) y lo utilizaron en su arte plástico, en especial en las
vasijas funerarias, para representar la modificación de los vivos en un alma o
una esencia espiritual eterna al morir.
También, en ocasiones, en esas
mismas vasijas se combinaron elementos de la mariposa con los de otros animales
para señalar la facultad del alma del difunto a transformarse en su animal
espiritual compañero o nahual, en náhuatl, el idioma de los mexicas, una
especie de brujo o ser sobrenatural que tiene la capacidad de tomar forma de
animal, indicó Robert Markens, especialista del Instituto de Investigaciones
Estéticas (IIE) de la UNAM, sede Oaxaca.
Explicó que en las creencias
mesoamericanas, una persona –numerosas veces una especialista religiosa o un
gobernante– tuvo la capacidad de tomar la forma de su nahual, la cual podía
ser, por ejemplo, un jaguar, un búho, un lagarto o un animal fantástico.
El término refiere tanto a la
persona que tiene esa capacidad, como al animal mismo. Desde esta base de ritos
y costumbres prehispánicas han surgido las creencias contemporáneas entre los
pobladores de varios pueblos de los Valles Centrales de Oaxaca, como Huitzo,
Zaachila y Teotitlán del Valle, de que la polilla negra está vinculada con las
almas de los difuntos y, por extensión, con la muerte y el mal augurio.
“Cabe notar que la mariposa
abunda cada año en octubre, precisamente en la temporada del Día de los
Muertos, cuando las almas regresan a la casa a convivir brevemente con sus seres
queridos, familiares”, detalló.
Planteó que para comprender la
importancia del signo de la mariposa en el pasado, hay que concebirlo como
elemento de la antigua cosmovisión zapoteca. Un pilar de su religión era el
culto o veneración de los ancestros, lo cual implica que el alma de los occisos
era considerada intermediaria entre los vivos y lo sobrenatural; la familia
invocaba a las almas de sus antepasados o sus familiares difuntos para pedirles
lo que necesitaban: lluvia, salud, fertilidad, o protección, por ejemplo.
Por esta dependencia tan estrecha
entre los vivos y los espíritus de los familiares fallecidos, los zapotecos
tuvieron la costumbre de enterrar a los padres de familia muertos en las
propias casas, en una tumba debajo del piso elaborado de mampostería. Desde los
palacios de los gobernantes hasta las moradas más humildes compartieron el
mismo diseño.
Como parte de su estudio titulado
“Significado de la mariposa en la imaginería zapoteca”, el especialista Markens
recordó que el exrector de la UNAM, Alfonso Caso, arqueólogo mexicano que hizo
importantes contribuciones al conocimiento de las culturas mesoamericanas
precolombinas, en especial del área oaxaqueña, fue el primer arqueólogo en
descubrir o identificar el signo de la mariposa en las vasijas efigie
funerarias.
Es necesario preguntarse por qué
los zapotecos eligieron ese elemento de la naturaleza para referirse a los
muertos y sus almas. Probablemente tiene que ver con la capacidad de este
insecto, el cual durante su ciclo de vida posee la virtud de transformarse a
partir de una oruga, pasar a capullo o pupa, para dar paso a la mariposa.
Por otra parte, prosiguió, los
españoles cambiaron las prácticas funerarias tradicionales en el momento de su
arribo a Oaxaca. Ya no se enterraban en las casas, sino en el camposanto y
luego en los panteones, lo que abrió una gran brecha en la dependencia entre
los vivos y los difuntos y en su relación afectiva.
Lo que era la práctica, casi
diaria, de respetar, invocar y hacerles peticiones, se transformó en una fiesta
anual, el Día de Muertos, comprimida en solo dos o tres días.
De acuerdo con las creencias del
México antiguo, el espíritu de los ancestros o los difuntos puede castigar o
recompensar, “como todo lo sobrenatural al igual que Dios; si somos pecadores
pensamos que este nos está castigando, siempre está presente ese aspecto de lo
sobrenatural. Si nos comportamos como gente inmoral, las fuerzas sobrenaturales
incluso nos van a castigar”, acotó el antropólogo.
Fuente: UNAM