Una de las historias de mayor
honor en el futbol mundial, sucedió en la Copa del Mundo de 1934. El protagonista
František Plánička, portero de la selección checa, fue considerado uno de los
mejores porteros del mundo en la década de los 30 y una de las primeras
estrellas del futbol de Europa del este.
Apodado el «Gato de
Praga» por sus reflejos, nació en Checoslovaquia siempre defendió los
colores del Slavia Praga, ganó 8 ligas, 6 copas y 1 Copa Mitropa, uno de los
torneos internacionales que precedieron a la Copa de Europa.
Copa Mundial de Italia 1934. los
checoslovacos llegaron hasta la final del certamen, enfrentándose a los
anfitriones que, un día antes del juego, habían sido amenazados de muerte por
el dictador Benito Mussolini en caso de que no lograran conquistar la copa del
mundo.
Tras los goles de Antonín Puč y
Raimundo Orsi -argentino de nacimiento y medallista de plata en el torneo de
futbol olímpico de 1928 con la albiceleste-, el juego llegó a los 90 minutos
con empate a 1 y hubo prórroga.
A los 5 minutos del alargue,
Angelo Schiavio pateó el balón a la esquina de la portería, un tiro lento que
Plánička podría haber atajado sin problemas. Pero el esférico se incrustó en la
red. La mirada del arquero a Schiavio denotaba complicidad: Decidió perder el
partido más importante de su carrera a cambio de salvarle la vida a sus
rivales.
El partido acabó 2-1 e Italia
celebró su primer título mundial ante la mirada alegre de Mussolini. Pero
Schiavio, que jugó su último cotejo y anotó su último gol con la
«Azzurra» ese día, no formó parte de la celebración.
František moriría en 1996 a los
92 años y su muerte causó tal impacto en la República Checa que Karel Poborsky,
capitán de la selección finalista de la Eurocopa, retrasó su fichaje al
Manchester United para asistir a su funeral.
Los familiares del fallecido
encontraron entre sus pertenencias una medalla de oro y un mensaje que decía:
“Gracias, nos salvaste la vida. Afectuosamente, Angelo Schiavio».