JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

Aguascalientes, 14 de noviembre. – La pobreza está presente en el oriente y periferia de la ciudad, señaló el Obispo de la Diócesis de Aguascalientes, Juan Espinoza Jiménez, en el marco de la Jornada Mundial de los Pobres.

En su homilía dominical, también hizo un llamado a los fieles a no tener miedo de defender sus derechos, los valores de la familia, la vida y la libertad de elegir a sus gobernantes, frente a la ideologización.

Al encabezar la celebración litúrgica efectuada en la Catedral Basílica, Espinoza Jiménez lamentó que las autoridades no actúen contra la pobreza al señalar que todo va bien en nuestro país, cuando hay 56 millones de personas en pobreza, de los cuales 11 millones padecen la pobreza extrema.

Subrayó que aún con la presencia de empresas, riqueza y generación de empleos en la entidad, aquí también hay pobreza cuando se camina por las calles e invitó a la feligresía a nunca abstenerse de hacer el bien con las personas económicamente desfavorecidas.

Advirtió que se busca engañar a la gente en una manera de tener una vida pasajera, lejos de Dios, al mencionar actos que se malinterpretan modernos y de onda como el de una fiesta en Aguascalientes, en la que simbólicamente se unieron tres hombres en un matrimonio poliamor.

“Hoy se quiere destruir la vida, hoy hay mucha gente ideologizada, que dice ¿para qué defender la vida?, que siga el aborto, ¿por qué no lo legalizamos? Aunque lo legalicen, tú no participes en la muerte de inocentes”, enfatizó.

Acusó que se quiere destruir el matrimonio, la familia conformada por una mamá, un papá, hijos, abuelos y tíos, mientras se promueve el matrimonio entre parejas del mismo sexo.

Pidió a la feligresía defender su derecho a la libertad de expresión, en un momento que se busca privar libertades; se maneja información que busca confundirnos, justamente cuando se da un gran movimiento para defender al Instituto Nacional Electoral.

El representante de la Iglesia Católica pidió a su comunidad que se mantenga fuerte en la defensa de la fe, los valores y su creencia, priorizando la permanencia del matrimonio, porque de esa separación surge el sufrimiento de los hijos y empeora la descomposición.

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