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Leonardo
Ramírez Guzmán informó que se cuenta con un reporte estructural de daños por el
registrado el pasado 19 de septiembre
Ciudad de México, 13
de octubre. – Basados en los resultados de mediciones de la Red Sísmica
Nacional del movimiento telúrico del pasado 19 de septiembre de 2022,
científicos del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM determinaron que para
un evento de este tipo no es necesario, por el momento, modificar el Reglamento
de Construcciones en la Ciudad de México.
Leonardo Ramírez
Guzmán, experto en Ingeniería Sismológica del II, detalló que el referido
movimiento telúrico de magnitud 7.7 –que hasta el 27 de septiembre registraba
tres mil 315 réplicas– “sin duda es el sismo que vamos a tener mejor
monitoreado; ocurrió en Michoacán y afectó la zona central de México que es la
más cubierta, tenemos del orden de 500 estaciones, no todas son de la UNAM,
pero un buen número sí pertenecen a la UNAM”.
La información que
se colecta con estos instrumentos, abundó, permite revisar cómo se mueve,
literalmente, el territorio nacional a partir de esos fenómenos. Con base en
ello se realizan estimaciones que guían a los ingenieros en el diseño para que
resistan mejor las casas, edificios,
presas e infraestructura.
De esta manera,
los especialistas del Instituto ofrecen actualizaciones en términos de la reglamentación
de la capital de la República mexicana, al Manual de Obras Civiles u otros
manuales de construcción, pues con los instrumentos tienen información de lo
que pasa alrededor del sismo. Con modelos estadísticos o numéricos pueden
efectuar evaluaciones del movimiento en zonas donde no se tienen datos, comentó
el ganador del EERI Annual Graphics Competition 2008, del Earthquake
Engineering Research Institute de EUA.
El reporte
presenta una simulación por computadora del sismo, dónde podrían ocurrir los
daños y se empata con los reportes de daños, igualmente de los datos del
Servicio Mareográfico en cuanto a tsunamis, precisó Ramírez Guzmán.
“También tenemos
un inventario de daños que hemos podido corroborar y que coincide con las
conclusiones que podemos extraer de la
simulación, además de que se hace una evaluación de los modelos
estadísticos utilizados en Ingeniería Sísmica y una comparación de las fuerzas
de diseño que se tiene. Lo que vemos es que no fue rebasado el reglamento de la
Ciudad de México para la condición de servicio”, abundó.
En términos
generales, agregó, los daños que se observaron en sismos previos, se deben, en
buena medida, a las “patologías estructurales”; es decir, primeros pisos con
rigidez pequeña, conocidos como una planta débil o estructuras que tienen
formas caprichosas y que, además, fueron construidos con procesos defectuosos.
Referente
internacional
El monitoreo
sismológico en México comenzó a principios del siglo XX. En la década de 1960
se instalan los primeros equipos para el registro de movimientos intensos y se
crearon en México las primeras redes acelerográficas.
Poco antes del
sismo de 1985 se terminó un proyecto entre la UNAM y la National Science
Foundation (de Estados Unidos), mediante el cual se instaló una red de
acelerógrafos en Guerrero. Un dato curioso fue que el último instrumento se
colocó un mes antes del 19 de septiembre, recordó Ramírez Guzmán.
Esta red fue un
referente internacional porque permitió grabar, en sitios cercanos al
epicentro, un sismo de gran magnitud en el país. Posteriormente, se conformó la
red que soporta el monitoreo en la costa y permite el alertamiento sísmico.
Actualmente se cuenta con dispositivos que son capaces de percibir o registrar
sismos intraplaca y, recientemente, se densificó la instrumentación para
detección y alertamiento de sismos en el territorio, los llamados sismos
intraplaca.
El doctor en
Ingeniería Civil añadió que el grupo que fundó el Centro de Instrumentación y
Registro Sísmico, que opera la actual alerta sísmica, derivó de la Coordinación
de Sismología e Instrumentación Sísmica del Instituto de Ingeniería, donde
desarrollaban equipo acelerográfico.
Aclaró que los
equipos de medición sísmica que forman parte de esta red son, en parte,
desarrollados en México lo que permite realizar mejoras constantes; en tanto,
el sensor se adquiere comercialmente, lo que permitirá tener un producto
patentable.
Esto incluye los
algoritmos, que desarrollan en el Instituto de Ingeniería, que mejoran cada vez
más el monitoreo de los diferentes tipos de movimientos ocasionados por
temblores, refirió Ramírez Guzmán.
En gráficas, los
datos muestran el origen y la trayectoria de las ondas a partir del epicentro.
Es posible, además, estimar la percepción de movimiento, finalizó Ramírez
Guzmán.