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Se
basa en alimentos ultraprocesados altos en azúcares, sal y grasas, alertan
especialistas
Ciudad de México,
13 de octubre. – El Estado debe cambiar las políticas públicas en materia
alimentaria, a fin de acceder a dietas más benéficas que impulsen el consumo
directo de alimentos frescos como frutas y verduras, promuevan los cultivos
locales del campo mexicano, apoyen las cooperativas y se combata la desigualdad
de los pequeños productores frente a las empresas trasnacionales.
En lo anterior
coincidieron expertos en el tema reunidos en el Instituto de Geografía (IGg) de
la UNAM, en un evento híbrido organizado por esa entidad académica y la
Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS).
Durante el
conversatorio “La dieta neoliberal y obesidad en México. El papel de las
políticas públicas en la transformación de los ambientes alimentarios”
-moderado por Ana Laura González Alejo, del IGg, y David Sébastien Monachon, de
la COUS-, el sociólogo Gerardo Otero, profesor-investigador de la Universidad
Simon Fraser de Canadá, explicó: la llamada dieta neoliberal o corporativa es
uno de los principales símbolos de la vida moderna, incluye la “comida
chatarra”.
Producida por
grandes empresas multinacionales que generan alimentos ultraprocesados altos en
azúcares, sal y grasas, contiene también ingredientes como endulzantes,
colorantes, saborizantes, conservadores, espesantes y otros productos, varios
de estos derivados del petróleo.
“Al hablar de
régimen empresarial o corporativo se está señalando cuáles son los agentes
económicos dominantes, pero no de la gente que podría cambiar las cosas, que es
el Estado. Al llamarle neoliberal se entiende que se trata de un conjunto de
políticas públicas y que, si estas son las que nos han llevado al tipo de dieta
que seguimos desde los años 80, quiere decir que se podría modificar la
política de tal forma que accedamos a dietas más saludables”, añadió Otero.
Comentó que la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en
un informe de 2012 señaló que 870 millones de personas sufren de inseguridad
alimentaria, 850 millones de ellas viven en países en desarrollo. Destacó que
en un mundo productor de suficiente comida, la inequitativa distribución del
ingreso impide que todos tengan acceso a una alimentación suficiente e inocua.
A su vez, el
director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de
Enfermedades, Ruy López Ridaura, dijo que los ambientes alimentarios del país
se han modificado para mal. “Existe una degradación y el acceso a opciones
alimentarias saludables es cada vez más difícil”.
“En esta administración
hemos priorizado las políticas que van a modificar los contextos en los
entornos alimentarios. Un problema se genera cuando el Estado se repliega y
deja que los vaivenes del mercado vayan definiendo estos problemas
alimentarios; es el profundo conflicto de interés que se genera con las
industrias, que va dejando que influyan en las políticas de Estado”, aclaró.
En su oportunidad,
Claudia María Mesa Dávila, del Área de Enseñanza de los Servicios de Salud
Pública de la Ciudad de México, consideró que en esta cultura de alimentación
las escuelas son decisivas para implementar una nueva alimentación saludable.
Refirió además la alta prevalencia de obesidad y enfermedades cardiovasculares
entre la población nacional.
“Continuamos con
esta visión antropocentrista, individualista y materialista del no cuidado del
medio ambiente, y de la venta de alimentos ultraprocesados que además están
empacados y resguardados en una serie de materiales que no son para nada
biodegradables”, alertó.
Simón Barquera Cervera,
director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto
Nacional de Salud Pública, destacó que en este asunto es importante un enfoque
impulsado en la persona y en las políticas públicas que favorezcan la salud.
“Esa visión centrada
en la persona debe tener una profunda claridad de cuáles son sus determinantes
sociales. Si uno no tiene claridad de qué es lo que está causando en México
esta epidemia, puede a nivel individual hacer recomendaciones equivocadas de
qué están causando estos problemas”. Lo correcto es el enfoque que le permite
al individuo tener las condiciones para lograr una vida saludable, indicó.
Los especialistas
se pronunciaron en favor de impulsar, en las escuelas y universidades, un nuevo
estilo de vida saludable que priorice los alimentos del campo, el trabajo
campesino y las cooperativas, y que se vendan productos frescos en las tiendas
escolares en vez de comida chatarra.
También apoyaron
políticas como la del etiquetado de alimentos, que informa directamente al
consumir sobre el exceso de algunos ingredientes.