Por
Edgar Hernández*
Aprehendida,
acusada, juzgada y sentenciada por un crimen cometido en Xalapa, a 327
kilómetros de donde se encontraba July Raquel Flores, le confirman el pasado
fin de semana la sentencia de 60 años de prisión.
Una vil
venganza de parte de Cuitláhuac García, “nuevo verdugo de mi hija”, sostiene el
padre de July, Martín Flores.
“Todo por
quejarse y denunciar ante los medios el atropello que fue objeto luego de ser
aprehendida y violada por agentes ministeriales… y hoy, ya en prisión, ha sido
repetidamente apaleada hasta dejarla en silla de ruedas”, sostiene.
Atrás se
esconde que la verdadera autora del asesinato de la rectora de la Universidad
de Valladolid, Guadalupe Martínez Aguilar, por lo cual acusaron y sentenciaron
a July, fue la propia hermana de la académica, amiga de toda la vida de la
Fiscal General de Veracruz, Verónica Hernández Giadáns.
Así, al
regresar al imaginario colectivo el atropello jurídico contra July, es tan solo
para mostrar que la venganza ni siquiera es política, sino personal de parte de
un gobernador encolerizado.
Es un
berrinche que tiene un costo, July tendrá que esperar cumplir 90 años para
quedar libre de un crimen que no cometió. Y sí, siempre tendrá presente ese 6
de noviembre del 2020 en el que su vida cambiaría para siempre.
Ese
día, despertó muy temprano. Le urgía ir al vivero de Cuautitlán Izcalli, ya que
su papá la estaba esperando desde las 6 de la mañana, amén de que tenía un
pedido de birria para más tarde.
Jamás
pasó por su mente que esa mañana se traduciría en una pesadilla de 60 años.
Previamente
la Fiscal enteró de la localización al gobernador, quien se alzó en júbilo al
presumir el esclarecimiento del homicidio que hoy se sabe fue un crimen
preparado por la propia hermana de la víctima, de acuerdo a una revelación
hecha Guadalupe Ferman, hija de la rectora, en un video (tic-toc) en donde
denuncia que la autora de la muerte de su madre “¡fue mi tía!”.
“El 28
de julio de 2020, dos hombres armados entraron en mi casa y asesinaron a mi
mamá. No se robaron nada, no se llevaron dinero, pero sí los teléfonos y su
único motivo fue matar a mi mamá. De hecho, algunos ya están detenidos”.
La
rectora recibió dos tiros, uno en la cabeza y el otro en el tórax que le
provocarían una muerte instantánea.
¿Y la
tía?
La tía
está libre –vive en el extranjero- a pesar de estar comprobado que había tenido
serias diferencias de carácter financiero con su hermana que las llevó incluso
a escenificar peleas callejeras ya que ambas eran expertas en artes marciales.
Y en
toda esta trama “¿Qué tuvo que ver nuestra hija?”, se preguntó Martín, padre de
July, aquel 6 de noviembre, al momento de la aprehensión.
“Peor
aún ¿qué tuvo que ver nuestro hijo Enrique, quien meses después de la detención
de July, también fue aprehendido y obligado a
confesar por un crimen que no cometió?”
Multiviolada
por agentes ministeriales, quemada en sus genitales y torturada y asfixiada
hasta el borde de la muerte, July hoy solo guarda en la memoria que está viviendo
la peor de sus pesadillas.
En
horas de la noche de aquel inolvidable 6 de noviembre, once policías
ministeriales veracruzanos, entre ellos una mujer, la detuvieron sin leerle sus
derechos y a punta de golpes la subieron a un auto para trasladarla a Xalapa.
July
sería presentada ante el juez Marco Antonio Rodríguez Lobato, un burócrata en
el hartazgo, que sin empacho dispuso como medida cautelar la prisión preventiva
bajo el expediente “July #284”, como hoy se le conoce.
Ocho
horas duró el viaje de la Ciudad de México a Xalapa donde la llevaron esposada
y escoltada por cuatro ministeriales en el camino fue agredida particularmente
por uno de ellos a quien le decían el comandante quien le insistía:
“¡No te
hagas pendeja y confiesa! Tu mataste a Guadalupe ¿verdad? A lo que seguían los
golpes en la cara y jalones de cabello, torceduras de mano y golpes en las
costillas.
El
tramo a Xalapa se prolongó debido a que pararon en repetidas ocasiones ora para
torturarla y sacarle una confesión por escrito, ora para contestar llamadas de
la Fiscalía que insistía en conocer la identidad de July y si ya se había
declarado confesa.
Producto
de las golpizas July se desmayó dos veces.
Lo más
terrible de ese viacrucis fue cuando la empezaron a violar vaginalmente con los
dedos por el “comandante” y un ministerial de nombre Esaú, todo en presencia de
la mujer agente ministerial.
“Luego
los toques eléctricos en mis genitales”, reseña en la declaración por la vía de
la defensa legal que muestra el “pants” quemado justo en la zona vaginal.
Hubo un
momento en que July reclamó al “comandante” si le gustaría que a su madre, su
esposa o a sus hijas les hicieran lo mismo “que usted me está haciendo a mí”.
Vuelto
loco, “¡Con mi familia no te metas, cabrona!”, el comandante, la golpeó de
manera inclemente para posteriormente colocarle una bolsa de plástico en la
cabeza hasta que perdió el conocimiento.
Tras la
sentencia de 60 años la familia metió una apelación a través de las abogadas del
Centro de Derechos Humanos “Agustín Pro”, misma que fue desechada por un juez
quien ratifica la pena “por órdenes del gobernador por hacer mediático el
caso”.
¡Valiente
justicia!
Tiempo
al tiempo.
*Premio
Nacional de Periodismo