Los malos
hábitos persisten; habría que lograr que la población haga ejercicio, cuide su alimentación,
baje de peso y se haga chequeos regulares
Ciudad de México,
04 de octubre. – Cambios positivos en los hábitos de vida podrían evitar más de
90 por ciento de las afecciones cardíacas en México, pues estos problemas
suelen ser secundarios a los de obesidad o hipertensión, consideró el académico
del posgrado en la Facultad de Medicina, Álvaro Contreras Villaseñor, en el
contexto del Día Mundial del Corazón que se celebró el pasado 29 de septiembre.
El cardiólogo
recordó que nuestro país tiene el primer lugar en obesidad infantil y el
segundo en adultos, para prevenir estas circunstancias es urgente impulsar más
programas de educación en la salud, ya que si bien actualmente hay programas en
las distintas instituciones de salud para mitigar esta pandemia los malos
hábitos persisten.
“La gran mayoría
de las enfermedades cardiovasculares son prevenibles con la modificación del
estilo de vida; el sobrepeso y la obesidad implican una reducción en la esperanza
de vida y en el número de años productivos, así como un aumento en el gasto en
salud por paciente, esto sin contar con que la persona sea también diabética o
hipertensa, que tenga osteoartritis, por ejemplo”, explicó el médico cirujano.
El cardiólogo intervencionista
rememoró que el Día Mundial del Corazón fue promovido en el año 2000 por las
organizaciones Mundial de la Salud y la Panamericana de la Salud debido a que
los padecimientos cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo;
hasta 2021 se estimaba que 520 millones de personas vivían con alguna de ellas.
Las tres
principales manifestaciones de problemas a nivel del corazón, precisó, son la
cardiopatía isquémica (se tapan las arterias del órgano), el infarto agudo al
miocardio y el desarrollo de arritmias (late muy rápido o muy lento). Son los
que tienen mucho mayor impacto en la sobrevida y calidad de vida de los
pacientes, y una mayor diseminación en el orbe.
Se sabe que “en el
ámbito mundial básicamente uno de cada tres adultos muere a consecuencia de una
enfermedad cardiovascular, y de estos números hasta 85 por ciento son
secundarios a infarto del corazón o a un problema a nivel del cerebro. Hablar
de la prevalencia de arritmias o insuficiencia cardíaca es mucho más difícil”, estimó
el experto.
Contreras
Villaseñor añadió que una persona de 40 años tiene una probabilidad de 0.5 por
ciento de tener fibrilación auricular, pero en una de más de 75 años esa cifra
sube a 10 por ciento.
En sistemas de
salud deficientes
El también investigador
comentó que, entre 2016 y 2017, la tasa de mortalidad en tratamiento del
infarto en México estaba cerca de 30 por ciento; sin embargo, en Alemania o
Japón está en dos por ciento.
“Estos
padecimientos son particularmente duros con los países que tienen deficiencias
en la calidad de los sistemas de salud, porque la gran mayoría son prevenibles,
pueden ser tratados con educación (hacer ejercicio, cuidar la alimentación,
bajar de peso, chequeos regulares, etcétera). El problema es que nuestro sistema
de salud ofrece el tratamiento cuando la enfermedad se manifiesta, algo
complejo desde el punto de vista de logística y recursos”, indicó.
Por ello,
Contreras Villaseñor enfatizó que se requiere de un programa de prevención, ya
que año con año suben como primera causa de muerte las complicaciones asociadas
a la diabetes, el corazón, y enfermedades degenerativas claramente prevenibles.
Sostuvo que,
habitualmente, cuando se manifiestan los padecimientos cardiovasculares es
imposible quitarlos, y lo que se hace es controlar, a veces muy bien y otras no
tanto, su desarrollo.
Si bien, per
cápita sería necesario que nuestro país contara con más expertos en
cardiología, la principal labor de prevención debe iniciar con el médico
general, pues es el primero que puede detectar si el paciente está aumentando
de peso, si sus triglicéridos van para arriba o si fuma mucho, finalizó.