Pedro Peñaloza
“Los hombres son todos parecidos en sus promesas.
Sólo en sus acciones es que ellos difieren”.
Moliere
El gobierno de la
autollamada 4T exhibe diariamente las serias limitaciones que tiene para gobernar
con sentido democrático y transparente. Veamos su más reciente espectáculo.
1. López
Obrador prometió a los familiares de los jóvenes de Ayotzinapa, al inicio de su
sexenio, que les diría el paradero de sus hijos y que no escatimará recursos
para ello. Después de cuatro años los resultados entregados distan de cumplir
aquellas enjundiosas promesas. Es más, el tabasqueño declaró, el pasado 26 de
septiembre, día de “luto nacional”, lo cual provocó airadas protestas. Y no les
falta razón a los familiares. Hasta ahora, no existe ninguna prueba científica
que compruebe que los muchachos fueron asesinados. Se puede especular, pero no
hay nada que lo demuestre. Sin embargo, el compromiso presidencial fue
informarles de su paradero. No lo cumplió. El problema radica cuando el
voluntarismo y la demagogia sustituyen los compromisos posibles.
2. Se
dice que el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, decidió
desistirse de las órdenes de aprehensión contra diversos funcionarios,
militares y civiles, que presuntamente están vinculados en el caso de los
estudiantes desaparecidos, acción que ha provocado reclamos. Además, la
renuncia del fiscal especial que llevaba el caso, Omar Gómez Trejo, muestra la
lucha por el control y las dificultades e intereses que impiden llegar al
fondo. Incluso, López Obrador confirmó la renuncia y las diferencias entre
ambos funcionarios. Por supuesto, no asumió ninguna postura ante ello, se
limitó a decir que el caso avanza y no hay impunidad, la perorata de siempre.
3. Los
abogados del general detenido, José Rodríguez Pérez, demandarán penalmente a
Alejandro Encinas. El funcionario no ha respondido, se pasea prepotente,
sabedor de que cuenta con el apoyo de su jefe, hasta ahora. Quizá mañana no. En
una pugna entre el ejército y el subsecretario de gobernación, es obvio que
“sacrificaría” a Encinas. Por ello, AMLO fue muy enfático en su misa de siete:
“el conflicto no es con el ejército, sino contra algunos de sus miembros”. Ni
Peña ni Cienfuegos estaban enterados del secuestro masivo. ¿En serio? ¿Y la
disciplina castrense?
4. El
ciudadano presidente está en aprietos, por un lado, no quiere algún roce con la
cúpula del ejército y, por el otro, los familiares no están conformes con la
“nueva verdad histórica”. Pronto sabremos cómo sale AMLO de ese laberinto en el
que él mismo se metió. En efecto, la complicidad es pariente muy cercana de la
demagogia. Otro batidillo más.
@pedro_penaloz