El Día Mundial de la Prevención del Suicidio se
celebra cada 10 de septiembre y es organizado por la Asociación Internacional
para la Prevención del Suicidio (IASP) y avalado por la Organización Mundial de
la Salud (OMS), tiene como objetivo crear conciencia acerca de la prevención
del suicidio en todo el mundo.
En México al año 2020 se cometieron 7 mil 818
fallecimientos por lesiones autoinfligidas, de éstos 6 mil 383 fueron hombres y
mil 427 mujeres. Los grupos de edad más afectados son de 18 a 29 años en ambos
géneros, y los estados en donde existe una mayor tasa de suicidios por cada 100
000 habitantes son: Chihuahua (14.0), Aguascalientes (11.1) y Yucatán (10.2).
Por el contrario, Guerrero, Veracruz e Hidalgo presentan las tasas más bajas
con 2.0, 3.3 y 3.7, respectivamente, de acuerdo con datos del INEGI.
El suicidio es un problema de salud pública rodeado
de estigmas, mitos y tabúes, y para abordar mejor este problema no está
descartado combinar un tratamiento terapéutico con el uso de psicofármacos, siempre
bajo la supervisión de especialistas calificados, y para esto la Psicóloga
Sistémica Carol Cárdenas, comentó que: “Ante estados de activación mental
excesiva, los psicofármacos disminuyen intensidad y duración de síntomas
permitiendo la adecuada intervención psicoterapéutica en individuos que toman
sus medicamentos y acuden a sus citas médicas, hay diferencia en la manera en
la que se relacionan con los problemas y las personas cercanas. El psicofármaco
puede devolver la capacidad de maniobra al individuo permitiéndole tomar
decisiones diferentes alineados a un proceso de psicoterapia que permitan
modificar de los patrones comportamentales que ha estado fomentando y que
alimentan su malestar emocional, físico y social”.
Los factores que mayormente influyen en el suicidio
son: Contar con antecedentes de enfermedad mental, crisis vitales
(fallecimientos, enfermedades terminales, cambios en estatus civil o de
residencia, pérdida de empleo, pérdida de libertad, pérdida de
autosuficiencia), ausencia de redes de apoyo, abuso de sustancias, percepción
de indefensión, así como antecedentes de suicidio en familiares o amigos.