Pedro Peñaloza
“La ambición es el último refugio de todo fracaso”.
Oscar Wilde
Para quienes, a estas
alturas, aún sostienen que López Obrador es un demócrata, el último desplante
del tabasqueño confirma lo contrario. En efecto, el reciente anuncio que ha
hecho en torno a un “acuerdo” que trasladará la totalidad de la Guardia
Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, pone otra vez al descubierto
los reflejos despóticos que caracterizan al inquilino de Palacio Nacional.
Por supuesto, no es
nuevo este comportamiento de quien se guía por caprichos. Ahora su manotazo
pretende atropellar el artículo 21 de la Constitución, que a la letra dice:
“Las instituciones de seguridad pública, incluyendo la Guardia Nacional, serán
de carácter civil”. Es claro, que, no le importa semejante violación, ya que
aunque ejerce un dominio en la SCJN, sería temerario que el máximo poder
judicial avalara esta tropelía presidencial.
AMLO sabe que no tiene
los votos suficientes en el Congreso de la Unión para modificar la constitución
y aprobar la absorción de la Guardia Nacional por la SEDENA. Por eso amenaza
con este dispositivo administrativo, a todas luces inaceptable, puesto que
invade las funciones del poder legislativo. Pero, no es simplemente un problema
legal, sino una estrategia política, cuyo propósito es mermar o someter a los
otros poderes y construir una narrativa en donde el poder ejecutivo es el único
que decide el rumbo del país.
Circula un buen número
de videos donde se exhibe al presidente y a algunos de sus seguidores repudiando
la presencia militar en tareas de seguridad pública. Claro, fue en el pasado.
Hoy son impulsores de lo contrario, incluso superando los intentos de los
presidentes anteriores. Los remisos izquierdistas hoy se han vestido de verde
olivo. Según investigaciones del CIDE y de otras organizaciones, las fuerzas
militares tienen hoy 227 nuevas atribuciones y 163 cargos de alto nivel en la
administración federal. Es decir, no sólo estamos hablando de la seguridad
pública, es un militarismo del Estado, una modificación de carácter
estructural, evidente opacidad, falta de controles y cambios en los circuitos
del poder político.
Es posible que se
presenten controversias constitucionales y acciones de inconstitucionalidad,
pero lamentablemente no pasará nada. La SCJN ha dado muestras de que es un
poder capturado por el señor de Palacio. Desde 2019 tienen congeladas un
paquete diversas impugnaciones acerca de la Guardia Nacional y el acuerdo
presidencial para su militarización hasta 2024. Ojalá nos equivoquemos, pero AMLO
se saldrá con la suya, por lo que, según esta correlación, las fuerzas
castrenses y el narcotráfico definirán en mucho al próximo presidente en 2024.
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz