Cd. de México 19 junio 2022.- «El no saber
exactamente cuál va a ser la ruta que seguirá el trazo del tren, no va a
permitir que los trabajos se puedan prever, planificar, ni ejecutar con todo el
cuidado que requiere una investigación arqueológica, una investigación
científica», declaró Rosa
Maria Reyna
Especialistas dentro del INAH perciben
que sus colegas que trabajan en el salvamento del patrimonio en el camino del
Tren Maya carecen de herramientas para hacerlo adecuadamente.
Apurados por motivos políticos, sin las herramientas técnicas necesarias y
faltos de la información básica para hacer su trabajo adecuadamente, los
arqueólogos en el Tramo 5 del Tren Maya enfrentan un reto complejo para
salvaguardar el patrimonio subacuático.
La investigadora Rosa Maria Reyna, adscrita a la Dirección de Salvamento
Arqueológico del INAH, con 40 años de labor para el instituto, asegura que la
dependencia no posee suficiente información sobre la zona.
«En el caso de Quintana Roo, (los arqueólogos) van como un ciego en medio
de un ciclón, porque no se sabe qué hay», lamenta.
De acuerdo con la arqueóloga Reyna, quien durante 25 años registró y participó
en la salvaguarda del patrimonio arqueológico de Guerrero, todo el Estado de
Quintana Roo tiene alrededor de 600 sitios arqueológicos registrados, una
subestimación a causa de todo el territorio inexplorado.
«Por donde va a pasar el Tramo 5, aparte del enorme daño que se va a
generar al acuífero y todo lo que han explicado los biólogos, es prácticamente
desconocido, hay muy pocos sitios registrados», lamenta la especialista.
Uno de los ejemplos de la riqueza subacuática de Quintana Roo es el sistema de
cavernas Sac Actun, que corre por 347 kilómetros y que, si se comprueba su
conexión con otros sistemas, podría llegar a ser el más largo de todo el
planeta.
Para el 2018, según un boletín del INAH, en este sistema se habían descubierto
ya 200 sitios arqueológicos, sobre todo de la cultura maya, pero también del
hombre temprano.
En una conferencia dictada el pasado enero para el Institute of Maya Studies,
el arqueólogo Dominic Rissolo, quien ha explorado las cuevas de la Península de
Yucatán desde 1993, los santuarios mayas hallados en las cuevas de Quintana Roo
son de gran valor para el estudio de la cultura maya.
«Dada su sobresaliente correspondencia estilística a la arquitectura de
los templos del Posclásico, los santuarios de las cuevas ofrecen evidencia
convincente y sin ambigüedad de prácticas religiosas en el entorno de las
cuevas», explicó en la conferencia el especialista de la Universidad de
California en San Diego.
Rissolo forma parte del renombrado Proyecto Hoyo Negro, el equipo
multidisciplinario que encontró en el complejo Sac Actun a «Naia», el
esqueleto más remoto y genéticamente intacto de América.
De acuerdo con el académico, es recurrente encontrar que los santuarios mayas
en las cuevas han sido defenestrados por vandalismo o pillaje, en parte debido
a que no existe un registro amplio de su existencia.
«Es una trágica pérdida de patrimonio cultural. Como sabemos, en muchas
partes del mundo, y especialmente con el desarrollo acelerado, particularmente,
de Quintana Roo, es a menudo una carrera contra el tiempo para poder capturar
estos lugares, al menos, digitalmente, para que podamos tener un registro de
ellos», expuso.
Como parte del Instituto Qualcomm de la Universidad de California, ha
emprendido un proceso de documentación digital de los santuarios para tratar de
revertir la falta de registro en la zona.
Para Reyna, cuyo trabajo en los últimos años se ha enfocado en estudiar y
diseñar lineamientos de investigación arqueológica, así como los lineamientos
en general del INAH, la manera en la que han procedido en el Tramo 5
imposibilita la arqueología de calidad.
En el terreno del salvamento, explica la especialista en esta área, es
fundamental que los arqueólogos no sólo conozcan, sino recorran de manera
extensa y con los recursos suficientes, todo el trazo de megaproyectos como el
Tren Maya.
El caso del Tramo 5 del Tren Maya resulta particularmente grave en este sentido
por el cambio abrupto en el trazo, ocurrido apenas en febrero de este año, que
evitó que éste pasara por el centro de Playa del Carmen, ubicación que tenía
inconformes a los empresarios hoteleros.
Tan pronto se dio a conocer este golpe de timón, especialistas levantaron la
alerta sobre el patrimonio arqueológico en los sistemas de ríos, cuevas y
cenotes subterráneos.
En redes sociales, importantes figuras de la arqueología, como Leonardo López
Luján, director del Proyecto Templo Mayor compartieron una petición de
change.org, llamada No al Tren Maya sobre los cenotes y cuevas de Quintana Roo,
con los detalles de por qué el patrimonio se ponía en riesgo con el nuevo
trazo.
«La arqueóloga Carmen Rojas nos alerta: en riesgo uno de los sitios
arqueológicos subterráneos más importantes de Quintana Roo por el nuevo trazo
del Tren Maya. El trazo recién propuesto cruzaría los sistemas de cuevas más
grandes de México, como el Garra de Jaguar», escribió en Twitter López
Luján, tomando como referencia a su colega mencionada, arqueóloga subacuática
del INAH.
«Hay que proteger nuestro patrimonio y no destruirlo. Espero que el INAH
tome cartas en el asunto y proponga el cambio de ruta», publicó también en
la red social Eduardo Matos Moctezuma, el arqueólogo recién galardonado con el
Premio Princesa de Asturias de las Ciencias Sociales 2022.
«Sin dudar que nuestros colegas arqueólogos están haciendo su mejor
esfuerzo, es muy probable que la presión a que están sometidos por el corto
tiempo con el que cuentan, pero, sobre todo, el no saber exactamente cuál va a
ser la ruta que seguirá el trazo del tren, no van a permitir que los trabajos
se puedan prever, planificar, ni ejecutar con todo el cuidado que requiere una
investigación arqueológica, una investigación científica», lamenta Reyna.