Se trata, apenas, de una sencilla hojita de papel con unas cuantas
líneas amistosas garabateadas con gusto, pero en donde ha quedado cifrado, en
una dimensión entrañable, un capítulo entero de la historia de la literatura
hispanoamericana.
«¡Felicidades por tus 85! ¡Parece que nos conocimos hace medio siglo!
Nuestras vidas son inseparables. Te agradezco tus grandes libros», celebra
el autor de la nota al destinatario, un «Muy querido Gabriel».
El papel estacionario, con el dibujo de un Chac Mool en su
esquina superior izquierda, lleva impreso un nombre: Carlos Fuentes. Y el
festejado, desde luego, no es otro que Gabriel García Márquez, el Nobel de
Literatura colombiano que, en ese marzo de 2012, fue colmado de felicitaciones
por su cumpleaños 85.
«Tu cuate», se define Fuentes a sí mismo antes de estampar su firma,
como uno de los amigos literarios más cercanos de «Gabo», quien
falleciera apenas dos meses después de esa despedida.
A partir de este 16 de junio, los admiradores del autor de Cien años
de soledad pueden consultar casi medio centenar de estas perlas
históricas que dan cuenta, tan sólo desde la cantidad de firmas reunidas, de la
influencia planetaria del novelista.
Mandatarios como Bill Clinton, Fidel Castro, Shimon Peres y José Luis Rodríguez
Zapatero; cineastas como Woody Allen, Wim Wenders y Robert Redford; artistas
como Daniel Barenboim y Richard Avedon, además, claro, de sus colegas
escritores, forman parte de un robusto archivo epistolar hasta ahora oculto.
Con el título elocuente de Gabo a 40 años del Nobel: El escritor sí
tiene quien le escriba, en la Casa de la Literatura Gabriel García
Márquez se muestra una selección de alrededor de 150 cartas enviadas al autor
que recién fueron encontradas por la familia.
«Mi papá (Gonzalo García Barcha) estaba buscando algunas fotos sobre la
celebración del Nobel y nos dimos cuenta de que había una caja que decía
‘Nietos’, y pues me sentí con la libertad de abrirla y nos encontramos este archivo
de cartas gigantesco que no teníamos ni idea de que existía», celebra en
entrevista Emilia García Elizondo, directora del recinto y nieta del autor.
En la que fuera la casa del Nobel en Jardines del Pedregal, en Fuego 144, una
serie de vitrinas ya muestran esos fragmentos de los afectos y relaciones de
García Márquez con personalidades importantes de muy diversos ámbitos.
TESORO ESCONDIDO
Ahí está, por ejemplo, la extensa carta que el Subcomandante Marcos le
escribió, en agosto de 1994, para invitarlo a la Convención Nacional
Democrática como «testigo de honor de este titubeante mirarnos unos a
otros en lo coincidente: la lucha por el cambio democrático».
También, en otra esfera por completo distinta, se muestra la carta decepcionada
que Alberto Grimaldi, el legendario productor de cine detrás de El
bueno, el malo y el feo y El último tango en París, le
escribe por no poder llevar a cabo uno de sus anhelos.
«Más allá de mis sueños sobre (llevar a la pantalla) El amor en
los tiempos del cólera, me gustaría poder discutir con usted otras
colaboraciones fílmicas. Estoy listo para volar a cualquier parte y en
cualquier momento para llevarlo a cabo», intenta Grimaldi luego de la
primera negativa de Gabo.
Un sueño para los estudiosos y biógrafos del Nobel, este acervo fue descubierto
en un lugar inusual.
«Estaba en una parte de la casa que tiene un mueble muy grande con muchos
álbumes de fotos, y estaba en un lugar raro, como en una esquina, arriba y a la
izquierda, como no muy puesta a la vista», relata García Elizondo.
Fue, aventura, tal vez una medida de Mercedes Barcha, esposa del autor, por
retrasar su hallazgo.
«Realmente yo creo que Mercedes sí se dio a la tarea de no ponerla tan
expuesta allá afuera, y creo que lo hizo muy bien, porque nos tardamos en
encontrarla. Estaba en un lugar raro».
BAJO RESGUARDO ACADÉMICO
Esta correspondencia, como una pieza de rompecabezas importante de la vida del
autor, llegará al Harry Ransom Center de la Universidad de Texas, donde el
archivo entero del autor es custodiado y puesto a disposición de académicos,
escritores y periodistas para su conocimiento.
«Yo pienso que muchas de estas cartas hablan tal vez de temas un poco
delicados, como la enfermedad de Gabo, no sé, quizás algunas políticas, nada
muy serio ni nada, pero a lo mejor pienso que Mercedes no estaba lista en ese
momento para entregarlas al Harry Ransom», prosigue su nieta.
En varias cartas, por ejemplo, personalidades como el escritor Augusto
Monterroso o el fotógrafo Richard Avedon desean a García Márquez una pronta
recuperación luego de que fuera hospitalizado en 1999.
«Querido Gabo: Es con gran preocupación que recientemente me enteré de tu
hospitalización. Como sabes, soy uno de tus grandes admiradores. Hillary me
acompaña para desearte una recuperación completa y rápida. Por favor sabe que
estás en nuestros pensamientos y oraciones», le escribió, por ejemplo, el
ex Presidente estadounidense Bill Clinton.
«Los temas son quizás un poco delicados para haberlos expuesto en ese
momento y, entonces, como que los guardó en esta caja que supongo que, de
alguna manera, pensó ‘nadie se le va a acercar’, porque mis hermanos no son tan
chismosos como yo, entonces no se iban a acercar, pero yo sí», abunda
García Elizondo.
Otras cartas, como las de Fidel Castro, revelan la relación de cotidianidad
entre ambos, pues llegaban a comentar emisiones noticiosas o entrevistas, e
incluso el Mandatario cubano le pedía favores a Gabo, como hacerle llegar una
carta al actor estadounidense Sean Penn.
¿EL ‘ÚLTIMO TAMBACHE’?
Para el editor Gonzalo García Barcha, hijo del Nobel, todo parece indicar que
éste fue el último acervo documental que había quedado sin revelarse, aunque
nunca se sabe.
«A partir de que salieron éstas, hemos tratado de seguir escarbando, y ya
no ha aparecido nada nuevo, entonces suponemos que ya salió todo. Hay algunas
cosas que pensábamos que estaban y no han aparecido, a lo mejor aparecerán
otras cosas, pero yo creo que esto ya es realmente el último ‘tambache'»,
estima.
Acostumbrado a las historias de sus padres que se han cimentado como
«versiones oficiales» provistas por un gran contador de historias,
todavía hay algunos documentos míticos en la imaginación.
«Hace rato con Emilia comentábamos de la correspondencia entre mi padre y
mi madre antes de que se casaran, que la leyenda familiar dice que, cuando se
casaron, Gabo le compró esas cartas a Mercedes y las quemó para que no
existiera en la posteridad un rastro de cómo fue esa relación epistolar»,
cuenta.
García Barcha recuerda mucho más a su padre hablando con sus amigos por
teléfono, porque le sorprendió el volumen de cartas encontrado. Algunas de
ellas, celebra, son genuinas joyas para la historia de la literatura.
«La primera de la serie, que está allá, es una nota de Pablo Neruda, en su
papel membretado, con su marcador verde, en fin, esas son cartas que para uno,
yo soy editor, son muy mitológicas, es la más antigua de todas, es de
1972».
En esa nota, Neruda realiza una invitación emocionada: «Gabísimos, lo del
12 de julio no es broma: estrenaremos la Taberna del Caballo Verde. Invitados,
uds., Mario (¿Vargas Llosa, quizás?), Cortázar», en una reunión que, de
concretarse, seguro fue memorable.
Abierta del 16 de junio al 18 de agosto, la exposición puede visitarse en la
Casa de la Literatura Gabriel García Márquez tras adquirir una entrada en el
sitio cartasagabo.boletia.com.
Ocultas durante años en una caja, las cartas enviadas a García Márquez por
escritores, políticos y artistas dan testimonio de la personalidad magnética,
encantadora, que el escritor ejerció sobre los grandes nombres de toda una
época.
Un autor querido y admirado que, a diferencia de su Coronel, siempre tuvo quien
le escribiera.