Un constructor millonario cimbró inesperadamente el tablero
presidencial en Colombia.
Rodolfo Hernández, un septuagenario ingeniero de origen humilde, que acumuló
una fortuna en la industria de la construcción y que ganó popularidad por sus
apariciones en TikToK, aspira a ser el próximo Mandatario colombiano con su
discurso de lucha contra la corrupción.
Hernández, quien sumó el 28.1 por ciento de las boletas, se medirá en una
segunda vuelta el 19 de junio con Gustavo Petro, quien alcanzó el 40.3 por
ciento de los sufragios.
Hernández hizo fortuna construyendo urbanizaciones populares en su natal
Piedecuesta (norte) durante los años 70. A finales de 2015, fue elegido Alcalde
de la vecina ciudad de Bucaramanga, la capital del departamento de Santander
con 580 mil habitantes.
En ese entonces, derrotó a la clase política que llevaba gobernando la región
por tres décadas.
Durante su mandato (2016-2019) se dio conocer en el resto del país por sus
transmisiones semanales en Facebook, en las que hablaba directamente a los
ciudadanos.
Pero potenció más su imagen con sus peleas públicas con los ediles de la
ciudad, a quienes acusaba repetidamente de ser «ratas» y
«corruptos».
Incluso llegó a la agresión física a finales de 2018 cuando abofeteó frente a
las cámaras al concejal John Claro, quien acusó a uno de sus cuatro hijos,
Rodolfo José, de estar involucrado en actos de corrupción. Por ese ataque fue
apartado tres meses del cargo.
Hoy uno de eslóganes de campaña invita a «darle una cachetada a la
corrupción».
Pero el propio ex Alcalde está imputado por la Fiscalía por favorecer a una
empresa vinculada con su hijo Luis Carlos durante su mandato.
Hernández ha sufrido de cerca la violencia. Su hija adoptiva Juliana fue
secuestrada en 2004 por la guerrilla del ELN, la cual le exigió 2 millones de
dólares a cambio de liberarla. El ex Alcalde no accedió a pagar y desde
entonces está desaparecida.
Además, según sus críticos, el empresario se parece a Donald Trump.
El presidenciable colombiano también suele tener cambios súbitos de opinión
como el ex Mandatario estadounidense.
En cuestión de semanas pasó de mostrarse abierto al fracking y las fumigaciones
con glifosato para destruir los cultivos de coca, a cerrarle la puerta a ambas
políticas.
Nunca explicó por qué cambió de parecer ni asistió a los debates de la semana
final de la campaña.
También reculó luego de expresar admiración por «Adolfo Hitler»,
explicando que en realidad quiso decir «Albert Einstein».