Adentrándose en la Sierra de Picachos, lejos de toda actividad
humana, hay un extenso bosque de enormes encinos, altas cañadas y cascadas que
conforman una reserva natural protegida con una misión especial.
Se trata de La Mesa, lugar donde un equipo de expertos rehabilita ejemplares
del lobo gris mexicano -una especie que fue erradicada casi por completo por el
ser humano hace décadas- para que poco a poco pueda volver a habitar de forma
libre en la naturaleza.
«Queremos que vuelva a haber lobos en libertad», expresa Sergio
Jiménez, director de la Organización Vida Silvestre AC (Ovis), asociación
encargada de la reserva apoyada por la empresa Vitro.
Sólo hay dos reservas en México que trabajan con el objetivo
de regresar a los animales a su hábitat natural.
«Lo que necesitamos es poder liberar animales que tengan las habilidades
para poder subsistir en el medio silvestre», detalla Jiménez.
En 2011 se hizo la primera liberación en todo México entre las sierras de
Chihuahua y Sonora, una familia de seis que salió de La Mesa.
Tras 19 liberaciones en el País, hay una población de 45 lobos en esta zona,
mientras que en Estados Unidos se contabilizaron 186 en 2020.
El éxito del programa se reflejó en 2019, cuando la especie dejó de
considerarse «probablemente extinta» en vida silvestre para pasar a
«en peligro de extinción».
VUELTA A LA VIDA
El lobo gris mexicano habitaba en el sur de Estados Unidos y el norte de
México.
«El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos (y su agencia
predecesora) envenenaron y atraparon a casi todos los lobos mexicanos en estado
silvestre entre 1915 y 1972, incluyendo a México, a partir de 1950, como parte
de un programa de ‘ayuda externa'», señala el sitio Center for Biological
Diversity.
Tres de los últimos cinco lobos supervivientes, capturados entre 1977 y 1980,
fueron criados en cautiverio junto con la descendencia de cuatro lobos
mexicanos capturados antes, refiere.
Luego de acatar una demanda, señala la página web de la ONG, los descendientes
de los lobos en cautiverio fueron reintroducidos en el suroeste de EU en 1998.
En México la reintroducción se inició en 2011.
A finales de la década, la especie Canis lupus baileyi fue declarada
probablemente extinta en vida silvestre, por los escasos ejemplares que había
en libertad.
En busca de revertir la situación, los Gobiernos de ambas naciones se unieron
en un programa binacional para la conservación del lobo, en el que hoy
participan decenas de dependencias, universidades, zoológicos y asociaciones
como Ovis.
RECUPERANDO EL INSTINTO
¿Cómo se prepara a un lobo para volver a la vida silvestre? Cada año se
organiza una reunión en la que participan más de 40 instituciones de México y
EU. Ahí se deciden medidas de manejo de la especie, como cuáles parejas de
lobos son candidatas a rehabilitarse, con base en diversos factores.
Estos ejemplares, que vienen de lugares en cautiverio, son llevados a La Mesa,
donde empieza un proceso de estabilización para adaptarse al lugar, verse a
distancia, olerse entre ellos y reconocerse.
«Posterior a esto, se hace la parte de reconocimiento de manera
física», explica el biólogo Francisco Miguel Puente, quien trabaja con
estos animales.
«Se juntan dos ejemplares y es otro tiempo en el que ellos hacen las
cuestiones más filiales, cuando la pareja se establece como una unidad, que ya
se empiezan a mover juntos o que empiezan a buscar al otro».
Luego viene la rehabilitación conductual en la que, para que recuperen sus
instintos naturales, se modifica su adaptación a estar con la gente y a recibir
comida. Por ello se busca que tengan el mínimo contacto con las personas.
Sólo hay dos biólogos encargados del programa, quienes interactúan con los
lobos únicamente lo necesario y los monitorean con sistemas remotos.
Después está la etapa de enriquecimiento. Ahí empiezan a reconocer las presas
de las que se alimentarán en la vida libre a partir de asociación de olores.
«Quiere decir despertar un poco su instinto animal», detalla el
biólogo Puente. «Les ponemos olores de conejos, de venado, de
guajolote».
En algunos casos, explica, hay reproducción de la pareja. Esas crías nacen en
un ambiente más silvestre que los padres y hace que tengan mejores capacidades
para sobrevivir en vida libre.
Una vez que termina la rehabilitación, de alrededor de seis meses, se hacen
evaluaciones para verificar si los ejemplares son candidatos para la liberación
o no.
Que un lobo se pueda liberar depende de muchos factores.
La meta es lograr que haya poblaciones interconectadas y que no sea necesario
hacer más liberaciones para mantener el flujo genético.
REFUGIO ANIMAL
La reserva natural La Mesa se extiende por 9 mil hectáreas de zona boscosa en
el municipio de Higueras, Nuevo León.
Así es el lobo gris mexicano
–Típicamente, el lobo gris mexicano mide 1.5 metros de largo y pesa
entre 20 y 35 kilos.
–Los lobos grises mexicanos son los más pequeños de esta subespecie en
América del Norte.
–El periodo de vida es de 2 a 8 años. Pocos mueren por causas naturales.
–Considerado un gran depredador, el lobo gris mexicano está en la parte
superior de la cadena alimenticia.
–Su función es equilibrar el resto del sistema al controlar poblaciones
de herbívoros e individuos viejos o enfermos.
–La especie pasó de estar «probablemente extinta» a «en
peligro de extinción».
En libertad
2011 Año en que se hizo la primera liberación de lobo gris mexicano
en México.
19 son las liberaciones que se han hecho hasta ahora.
45 ejemplares viven en vida libre entre Chihuahua y Sonora.
186 lobos mexicanos viven en libertad en Estados Unidos.
Fuente: Con información de Center for Biological Diversity
Más vecinos a salvo
Además del lobo gris, La Mesa es hogar de otras especies en peligro de
extinción o de protección especial como:
-Puma
-Oso negro mexicano
-Águila real
-Guajolote silvestre
Sobre la asociación
–La Organización Vida Silvestre AC nació en 1996 y opera con apoyo de
Vitro.
–Se dedica a la conservación de ecosistemas y especies silvestres.
–Tiene cuatro reservas en Nuevo León, Tamaulipas, Sonora y Baja
California Sur.