Cd.
de México 14 mayo 2022.- Verduras, agua de
frutas y proteínas conforman el desayuno que nutriólogos del Instituto Nacional
de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán desarrollaron para comedores
escolares de la CDMX, donde se busca combatir la obesidad infantil con nuevos hábitos
alimenticios.
Previo a la emergencia por coronavirus, seis de cada 10 menores de la Capital
tenía obesidad o sobrepeso, lo que podría haberse agudizado por el
confinamiento, reconoció Esthela Damián, directora del DIF capitalino.
«Se ha comprobado que una niña o un niño que recibe alimento caliente
tiene más energía, baja de peso, está en su talla y en su peso, pero, sobre
todo, en escuelas y en zonas con alta marginación donde nuestra población es
muy vulnerable, podría llegar a la escuela sin ningún alimento en el
estómago», explicó Damián.
Tras la vuelta a las aulas, 416 planteles se han adherido al programa de
comedores, en los que padres de familia son los encargados de preparar el menú
balanceado que se sirve cada día a las 8:00 horas.
«Es bien divertido ver a los niños cuando dicen que les gustó la comida,
verlos felices, al principio sí nos decían que le faltaba sal, que las verduras
no les gustaban y ahora ya se lo comen contentos», explicó Gabriela Reyes,
una de las mamás encargadas de la cocina de la escuela Libertadores de México,
de la Gustavo A. Madero.
Todos los días de lunes a viernes, Maribel López, otra madre de familia de la
escuela Libertadores, cuenta que llega al plantel escolar a las 6:30 horas,
para preparar el desayuno de los alumnos del lugar.
Algunas veces se sirven sopes con nopales, otras huevo cocido acompañado de
verduras: en todos los casos se trata de recetas creadas por especialistas del
Salvador Zubirán.
Por alumno, la Administración de la Ciudad de México gasta 11 pesos. El
presupuesto de cada escuela depende de la matrícula con la que cuente y el
número de estudiantes cuyos padres hayan autorizado por escrito recibir el
alimento caliente, por el cual deben cubrir una tarifa de 50 centavos.
Carmen Abigail, alumna de la escuela Libertadores, dijo sentir un cambio en su
estado de ánimo con el desayuno, además de que ahora está acostumbrada a
alimentos con menos sal y azúcares.
«Me he sentido bien y me alegro de que nos den comida porque, pues, antes
no nos daban y no teníamos qué desayunar, más que en nuestra casa; me he
sentido diferente y he bajado un poquito de peso», aseguró.