La
trama de Como agua para chocolate (1989), de Laura Esquivel,
es bien conocida: la historia de amor entre Tita y Pedro, imposibilitados para
casarse, pues ella, como hija menor y por tradición familiar, debe cuidar de su
madre hasta su muerte, mientras infunde sus emociones en los platillos que
salen de su cocina.
El coreógrafo del Royal Ballet, Christopher Wheeldon, halló en la novela el
material para un nuevo ballet.
En videoentrevista desde la sede de la compañía, en Londres, el artista
escénico refiere a cómo enlaza esta historia mexicana de entorno doméstico y
familiar, tocada por las emociones humanas, el amor y el arte de la cocina, con
la tradición de los cuentos de hadas en la danza clásica, vislumbrando grandes
posibilidades para potenciar los elementos mágicos.
«Creo que ésa fue una de las cosas que más me atrajo: la
posibilidad de que exista una historia en un terreno mágico y también en un
terreno muy humano», comparte el coreógrafo inglés.
Cuenta con un equipo creativo formado por el compositor Joby Talbot y el
diseñador Bob Crowley para abordar los retos de esta adaptación. Por ejemplo,
cómo representar los elementos mágicos de la historia y las emociones en la
cocina a través de la danza.
«Para mí es emocionante porque nos permite una interpretación poética
abstracta y, en cierto modo, se puede ir más allá con este terreno mágico
poético utilizando la danza. Al leer el libro, se siente muy arraigado en el
lugar y en el tiempo», dice Wheeldon, quien ya antes adaptó al
ballet Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll.
Y más que trasladar la «cocina» al ballet en el caso de Como
agua para chocolate (Like Water for Chocolate), se enfoca
en mostrar física y visualmente la «infusión de las emociones» en los
platillos más que mostrar la cocina en sí, aunque en algunos momentos de la
obra sí se verá a Tita preparando comida.
UNA FANTASÍA POÉTICA
Tita, claro, es el personaje central, y el ballet comienza con ella a través de
una secuencia que particularmente agrada a Wheeldon, cuando, muy joven, está aprendiendo
a cocinar con Nacha, la cocinera de la familia De la Garza, en que las
intérpretes utilizan un lienzo blanco de una «forma muy teatral».
Para llevar el ballet a escena, Crowley se remite a la época en que transcurre
la historia, en un México de principios del siglo 20, aunque «en realidad
es una representación bastante abstracta»: no hay casa de hacienda en
escena, y la escenografía se centra en la riqueza del color, un espacio abierto
de las tierras secas alrededor.
Crowley es reconocido como uno de los grandes escenógrafos y diseñadores vivos
del mundo, «capaz de tomar cualquier época y plasmar su esencia en algo
bastante poético más que literal», expresa Wheeldon.
«Pero también queremos ser muy sensibles desde el punto de vista cultural
y, por lo tanto, no estamos representando la realidad de México, sino más bien
una fantasía poética abstracta de la época, y eso lo podemos hacer en el ballet
porque es una forma de arte muy poética».
El coreógrafo busca presentar una imagen bella y respetuosa del País, comparte
mientras muestra en video una maqueta del escenario con un árbol azul en el
centro.
Tampoco retoma las danzas tradicionales de México.
«Todo es un lenguaje inventado, más bien. En cualquier caso, es sugerente;
no queremos caer peligrosamente en un lugar de apropiación (cultural)»,
ataja quien con The Winter’s Tale ganó el Benois de la Danse
en 2015 como coreógrafo, al igual que Talbot como compositor.
En el plano musical, destaca la participación de la directora de orquesta
mexicana Alondra de la Parra, quien ha colaborado con el compositor con
asesorías sobre ritmos e instrumentación. Pero, de nuevo, insiste Wheeldon, no
se trata de escribir una partitura de música mexicana.
El ballet Como agua para chocolate es una coproducción con el
American Ballet Theatre. En Londres tendrá temporada de estreno del 2 al 17 de
junio próximos para después, en 2023, presentarse en Estados Unidos.
En México, un fragmento correspondiente al pas de deux final
entre Tita (Francesca Hayward) y Pedro (Marcelino Sambé) podrá verse en el
Festival PAAX, en el Caribe mexicano, el sábado 2 de julio, a las 19:00 horas.
La versión completa podría venir en unos dos o tres años, según señala
Wheeldon.
Designado como coreógrafo en residencia del festival, el artista estrenará
también Finale finale, comisionada para esta edición, a partir de
la música de Darius Milhaud, con bailarines del San Francisco Ballet.
EL VISTO BUENO DE ESQUIVEL
Wheeldon viajó a la Ciudad de México en un par de ocasiones para entrevistarse
con Laura Esquivel, y, ya con su autorización, le presentó sus primeras ideas
para el ballet.
Posteriormente regresó con Talbot y Crowley a la ciudad y sostuvieron reuniones
donde la novelista «se mostró muy abierta y colaboradora».
Ahí le planteó que no era posible, en el curso de una noche de ballet, capturar
por completo todo el libro. Era una historia rica y atractiva que sería
necesario adaptar.
Wheeldon quería estar seguro de poder contar con una «línea dramática
completa» que fuera capaz de comunicar a través del movimiento.
Elaboró una propuesta de cómo le gustaría estructurar el ballet, moviendo
algunos pasajes en aras de ayudar a la línea argumental, con el beneplácito de
la escritora mexicana.
En 2021, el coreógrafo describió la producción a la compañía entera a través de
Zoom, encuentro al que se sumaron Esquivel y De la Parra.
«Voy mucho a México y quiero que esto sea una carta de amor»,
sentencia el coreógrafo.