A pesar de ser un instrumento solista por
excelencia, el repertorio para flauta y orquesta tanto en México como en el
resto del continente no parece hacerle justicia.
Ante ello, el flautista Alejandro Escuer (Ciudad
de México, 1963) asumió una cruzada para, de la mano de diversos compositores,
«forjar» conciertos y conformar un corpus «significativo».
Ya cuando el músico inauguró la 40 edición del
Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez, en el año 2000,
interpretando Play of Shadows: Fantasy for Flute and Orchestra, compuesta por
Joseph Schwantner, de Estados Unidos, era evidente el escaso repertorio para
esta combinación.
«Es raro, pero no existe un repertorio muy
consolidado para flauta y orquesta en el continente americano. Obviamente que
sí hay algunas piezas, no voy a decir que no, pero son pocas, en
realidad», plantea el flautista, un activo promotor de la música
contemporánea.
Con el proyecto «Flauta y orquesta XXI»,
que él impulsa, ha logrado estrenar ya más de ocho conciertos nuevos de
compositores de Estados Unidos, Canadá, Costa Rica y México, entre los que
figuran las cuatro obras incluidas en su nuevo disco, Flow, bajo el sello de
Urtext.
Su cometido, apunta Escuer en el cuadernillo del
álbum, es lograr que la «flauta en el continente americano cuente con un
repertorio propio, original, actual y de alta calidad».
Recoge ahí versiones en vivo, sin editar, de obras
de los compositores Michael Matthews (1950), de Canadá; Hebert Vázquez (1963),
de México, y, de Estados Unidos, David Dzubay (1964) y Schwantner (1943).
Pero, ¿por qué en vivo?
Escuer destaca la experiencia «cálida y
humana» de dichas grabaciones.
«Cuando tocas para un público y cuando grabas
en un estudio es muy diferente la experiencia», comparte en entrevista.
«Simplemente estás hablándole a alguien, lo
estás viendo y estás sintiendo cuando tocas piano, piano, y te vas al silencio
y respiras. En esa respiración sientes el silencio, las miradas atentas a lo
que vas a hacer, y esa emoción te da una energía como intérprete que es difícil
de experimentar cuando grabas en un estudio».
El proyecto para impulsar los repertorios para
flauta le ha llevado dos décadas de concretar, desde la comisión a los
compositores hasta la labor de convencimiento ante las orquestas para que se
abran al interés, y luego poder grabar.
Una maquinaria que, reconoce el compositor y
artista multidisciplinario, costó trabajo empujar, aunque ahora, percibe, está
«más aceitada».
EL NUEVO DISCO
El disco que lanza Escuer incluye Flow para flauta
y orquesta, de Dzubay, pieza que fue estrenada el 9 de noviembre de 2019 por la
Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, bajo la dirección de Iván del
Prado.
Un concierto de «gran expresividad e
impacto» que, en palabras del compositor, se inspira en «la historia
fluvial» de la Ciudad de México, construida sobre un lago, y que enfrenta
hoy múltiples desafíos.
De Matthews se integra Concierto para flauta y
orquesta, estrenado por la Orquesta Sinfónica Nacional en la Sala Blas Galindo
del Centro Nacional de las Artes, en mayo de 2010, con José Luis Castillo como
batuta huésped.
Para este compositor, el timbre de la flauta en un
contexto orquestal, tal como escribe en el cuadernillo del disco, le resulta
muy atractivo. Sabía además del interés del mexicano por tocar tanto la flauta
alto como la flauta baja, dos de sus propios instrumentos favoritos.
El Réquiem marítimo, un homenaje al poeta chileno
Vicente Huidobro en flauta, clarinete bajo y orquesta, fue concebido por
Vázquez en 2004, aunque su estreno en 2013 con la Orquesta Sinfónica de la
Universidad de Guanajuato, bajo la dirección de José Areán.
Dicha obra refleja la fascinación del compositor
mexicano por el mar, como «ámbito primigenio, como dador de vida y de
muerte».
Una pasión que está en buena parte de su obra,
como él mismo reconoce, así como en la poesía de Huidobro.
Vázquez la describe no como un concierto sino una
pieza concertante en tres movimientos, cada uno titulado a partir de Altazor,
poema de largo aliento de 1931 y que es considerado la máxima creación del
chileno.
Y completa el álbum Play of Shadows, que estrenó
hace 22 años el propio Escuer y que, de acuerdo con Schwantner, el compositor,
representa «un esfuerzo por reflejar la personalidad dramática y
conmovedora del solista», y donde las percusiones juegan un papel
fundamental.
Las obras dedicadas a Escuer consideran sus
habilidades como flautista; él trabajó con los compositores en los detalles y
edición final para sus estrenos absolutos, una interacción que valora.
Pero se trata de primeras versiones, aclaró, e
insistió en grabar las obras.
«Es un punto de partida. En el futuro, un
flautista puede decidir cosas un poquito diferentes con la orquesta, y eso es
algo fascinante de la música, que va evolucionando».
Después de más de 30 años en la carrera artística,
reconoce como genuino el deseo de que su trabajo como intérprete quede
registrado.
«Ahí
está mi contribución en el disco con el repertorio, a través de los
compositores», asegura Escuer.
El disco, parte de la colección Solistas de
Ónix/Ónix Ensamble, está ya disponible en plataformas digitales.
…Y ALISTA VISITA AL FIC
Para la edición número 50 del Festival
Internacional Cervantino (FIC), la Ciudad de México, como entidad federativa
invitada de honor, enviará a Guanajuato una serie de trajineras que serán
utilizadas en una presentación de arte sonoro que Escuer tendrá en la presa de
La Olla.
Por la noche, el público podrá subir a las
embarcaciones mientras el flautista sonoriza el ambiente, creando una
experiencia inmersiva junto a Hugo Solís y Rodrigo Sigal.
Se trata de Atl, una pieza pensada para espacios
públicos donde cuenta la historia de la Ciudad de México a través del agua, y
que estrenó en diciembre de 2014 en el Lago Menor del Bosque de Chapultepec.
Utiliza flautas bajas de PVC, material usado en
tuberías, así como percusiones sumergidas, recursos electroacústicos y un coro.
También presentará Maquin-arias, pieza que
reflexiona a través de la electrónica sobre el impacto «agridulce» de
las nuevas tecnologías, útiles para facilitar la vida cotidiana de la gente,
pero que también pueden provocar destrucción.
La edición con la que el Cervantino celebrará
medio de siglo de existencia tendrá lugar del 12 al 30 de octubre.