Dirigen los puntos de control y su presencia es
bien visible en las ciudades. Después del Ejército regular, los civiles de la
Fuerza de Defensa Territorial de Ucrania son el último escudo ante los rusos.
A sus 20 años, «Búfalo» mide 2.07 metros
y pesa unos cien kilos. Desde el inicio de la invasión de Rusia, dejó su
trabajo en la construcción y se unió a esta fuerza, equivalente a una reserva
militar.
Como cientos de miles de civiles ucranianos,
respondió a la llamada del Presidente Volodymyr Zelensky, que decretó una
movilización general.
«Búfalo», solo da su seudónimo, fue
asignado al sector de Svyatohirsk, un pueblo a unos treinta kilómetros al norte
de Kramatorsk, la capital de facto del Donbás bajo control ucraniano, en el
este del país.
Las líneas del frente se extienden a una decena de
kilómetros al norte y al noroeste, particularmente alrededor de la ciudad de
Izium, donde arrecia la batalla. Esta ciudad es el cerrojo que abre el camino
hacia Kramatorsk.
Desde esa zona llega cada día el ruido de los
bombardeos.
«Estoy seguro que puedes escuchar la
artillería y cómo nuestros pueblos están desapareciendo de la faz de la
tierra», dice «Búfalo» a AFP, con un traje de camuflaje y un
pasamontañas que sólo permite ver sus ojos.
En su teléfono muestra el video donde se le ve en
la nieve, kalashnikov en mano y en posición de combate con sus compañeros. Pero
su misión es también proteger y ayudar a los habitantes.
«Los civiles saben que es la guerra. Se quedan
en los sótanos y es lo mínimo que pueden hacer para salvar su vida. Cada vez
que podemos, les llevamos comida y agua. Hay muchas personas mayores que no
tienen adonde ir», relata.
Un puente con la población
Todavía quedan muchos vecinos en el pueblo de
Svyatohirsk, de unos 5 mil habitantes antes de la guerra, y conocido por su
monasterio ortodoxo de la «Montaña Sagrada».
El trabajo se acumula para Andriy en el contador
de su pequeño café-restaurante. Lugareños, militares y miembros de las Fuerzas
de Defensa hacen cola para llevarse un hot dog, una hamburguesa o una bebida
caliente.
«Algunas personas se han marchado y otras se
han quedado. La gente está aquí. Todo el mundo pasea, hace compras, deben comer
de una forma u otra», dice el comerciante.
Con el kalashnikov cruzado, con traje de camuflaje
y un gorro caqui en la cabeza, el hombre de 39 años asegura que la Fuerza de
Defensa Territorial «es un puente muy importante con los civiles, (porque)
está compuesta de civiles».
«Pienso que es único», afirma.
«Tenemos gente de edades distintas y
horizontes distintos que se han reunido todo porque no tenemos más que un
objetivo. Profesores, ingenieros, obreros, artistas, esto es extremadamente
importante», considera este hombre, ex funcionario.
«Aguantaremos hasta el último aliento»,
asegura.
En la región se han destruido numerosos puentes
para obstaculizar el avance de las fuerzas rusas, ante el temor de una gran
ofensiva en esta zona del Donbás.
El de Svyatohirsk sigue en pie, pero ya están las
minas colocadas para hacerlo saltar por los aires. Custodiado antes por
efectivos de la fuerza territorial, su vigilancia depende ahora del Ejército
regular.
«El puente está al mismo tiempo bajo
protección de las fuerzas armadas ucranianas y de la defensa territorial»,
asegura Volodimir Rybalkin, periodista en la vida civil y ahora jefe de este
cuerpo en la localidad.
Como numerosos miembros de estas tropas civiles,
se curtió en los combates durante la guerra de Donbás, entre 2014 y 2015.
«Por encima nuestro hay comandos militares
profesionales, que coordinan. Nuestra tarea es comunicarnos con los civiles
para que haya comprensión y apoyo entre ambos», explica.
Cuestionado sobre la prevista ofensiva rusa, el
hombre está confiado.
«La línea de frente está a menos de 10
kilómetros. La artillería funciona a plena potencia y aleja el enemigo. No
puedo predecir qué pasará mañana. Hoy los aviones (rusos) no han volado, no
sabemos si mañana estarán de vuelta. Nosotros reaccionaremos a todas sus
acciones», asegura.
Detrás suyo, «Búfalo» entona un
estribillo dirigido con desprecio al Presidente ruso Vladimir Putin.
«¡Gloria a Ucrania!», grita al terminar.
«¡Gloria a los
héroes!», responden a coro sus camaradas.