Cd. de México 17 abril 2022.- Para iniciar su camino por la historia
sinuosa, pero ininterrumpida, de uno de los mitos más longevos de la historia
de Europa, el antropólogo Roger Bartra eligió un episodio ocurrido en 1538, a
pocos años de la conquista de Tenochtitlan.
De acuerdo con Bartra, apoyado en una crónica de Bernal Díaz del Castillo, ese
año se llevó a cabo una extraña representación en la plaza mayor de la gran
ciudad, para celebrar la recién alcanzada paz entre España y Francia, donde se
escenificó un bosque, a todas luces, proveniente del folclor mágico europeo.
Entre los árboles de ese paraje mítico,
en plena América, un grupo de actores interpretó a seres insólitos para esas
tierras: unos salvajes barbados y peludos, con garrotes y arco, con facciones y
tez indudablemente europeas, que nada tenían que ver con los indígenas de esa tierra.
Este episodio, reflexiona Bartra al inicio de El mito del salvaje,
ilustra que, contrario a la creencia más extendida, la invención occidental de
la figura del «salvaje», eterna contraparte y figura en el espejo del
«civilizado», antecede al gran expansionismo europeo.
(El mito) es muy, muy, anterior y desde luego que fue aplicado a los habitantes
de América, o de África, o de Oceanía, cuando los europeos conquistaban y
colonizaban estas tierras», explica el antropólogo en entrevista.
«La idea ya existía desde mucho antes, desde la identidad grecorromana,
era una idea, un mito, profundamente inflamado en la cultura occidental».
El antropólogo mexicano de origen catalán ha dedicado ya cuatro libros al mito
del salvaje, siempre con un enfoque nuevo que demuestra la vitalidad de una
figura que puede trazarse desde algunas criaturas mitológicas de la Antigua
Grecia hasta el personaje de Wolverine, de los cómics de los X-Men.
Este año, la editorial Siglo XXI presenta una nueva edición de El mito del salvaje, a su vez compuesto por El salvaje en el espejo y El salvaje artificial, que apuntala las tesis de
Bartra con un despliegue de más de 270 imágenes, en un volumen que favorece la
consulta por su tamaño y diseño.
Basta únicamente, entonces, corroborar que el hombre barbudo, peludo y ataviado
con elementos vegetales que monta un dragón en la ilustración de la portada, un
dibujo alemán que data del siglo 17, tiene el mismo origen que aquellos que
aparecen, igualmente caracterizados, en la fachada barroca de la casa de
Montejo, en Mérida, o en un escudo imperial de la capilla real de Tlaxcala.
«En la encarnación de un humano desnudo y peludo, sobre todo desnudo, que
se comporta como un animal y que es mitad animal, mitad humano, hay una gran
cantidad de ilustraciones, desde los tiempos antiguos, en la época
grecorromana, en la Edad Media muchísimo; hay muchas ilustraciones»,
apunta Bartra.
Esta edición del 2022, enriquecida por más de 100 ilustraciones nuevas, ayuda a
Bartra a trazar una historia de Europa a través del insistente mito del
salvaje, que ha sobrevivido y se ha transformado a través del tiempo, las
condiciones culturales y las geografías.
Así, el lector lo mismo puede saltar de una urna griega a un libro medieval,
del óleo del siglo 19 a la fachada de una iglesia barroca, o de una ilustración
bíblica a las viñetas de un cómic, para seguir a la figura del salvaje en su
camino histórico.
«Estas ilustraciones van acompañadas de un pie, todas ellas, y eso invita
al lector, si quiere antes de meterse a leerlo completamente, puede simplemente
hojear el libro y leer nada más los pies de cada ilustración y eso, aparte de
disfrutar las ilustraciones, que son muy hermosas, ya le da una idea del
contenido del libra», celebra Bartra.
Esta nueva y extensa investigación iconográfica está sostenida en los trabajos
que el antropólogo emprendió desde que hacía la investigación para La jaula de la melancolía, su seminal trabajo sobre la
construcción de la identidad nacional mexicana.
«Como me di cuenta de que la idea del ‘indio salvaje’ servía para
reafirmar la identidad nacional, ya durante la época en la que escribía La jaula de la melancolía me puse a buscar en
la mitología europea antecedentes y me di cuenta de que era un mito muy antiguo
y muy profundamente arraigado y relativamente poco estudiado, sobre todo en
España, pero en general», abunda el académico.
«Como antropólogo, los antropólogos buscamos tradicionalmente,
antiguamente, diría, sociedades más ‘primitivas’, o ‘salvajes’, en el Tercer
Mundo, en Oceanía, en África, en América, entonces yo quise invertir el proceso
y partir de la tesis contraria: buscar salvajes en la civilización».
Desde los centauros y sátiros grecolatinos, pasando por el homo sylvestris medieval, a través de
personajes literarios como el Calibán de Shakespeare o las creaciones satíricas
de Jonathan Swift, y hasta los cómics de Marvel, los salvajes, explica Bartra,
cumplen una función esencial: reafirmar la identidad de occidente.
«Los salvajes que los civilizados habían creado en su imaginación con el
objeto de definir esa identidad occidental, esa identidad civilizada de la
manera más sencilla, que es definiendo al contrario, al opuesto, es decir, al
salvaje», ahonda.
Para Bartra, quien realizó sus estudios de doctorado en Francia en los años 70,
el libro es una crítica de las ideas estructuralistas de la época y una forma
de abrazar al evolucionismo biológico como forma de estudiar a los grandes
mitos longevos de la humanidad.
«Es la larga duración esencialmente del mismo mito que se va adaptando a
las diferentes condiciones, es decir, ocurre como ocurre con la evolución
biológica: los organismos van cambiando y se van adaptando a las diferentes
condiciones», compara.
«Eso me pareció un enfoque mucho más importante y, de hecho, yo considero
mi libro El mito del salvaje como, desde la perspectiva de
la teoría antropológica, como una crítica del estructuralismo; eso es lo que
hay detrás desde el punto de vista teórico».
Además de libros posteriores como Los salvajes en el cine (Fondo
de Cultura Económica) e Historias de salvajes (Siglo
XXI), Bartra reflexiona sobre este mito constantemente y a partir de los
acontecimientos contemporáneos.
Ya en el final de la primera parte de El mito del salvaje,
esboza una apuesta para el futuro: «La Europa salvaje nos enseña que
hubiéramos podido ser otros».
«Eso es lo que nos enseña el estudio del mito del salvaje, que hubo otras
alternativas diferentes a lo que hoy vagamente se llama el Occidente, la
civilización y la identidad occidental, la identidad del civilizado»,
abunda en entrevista.
«Eso sigue siendo una tensión, pero es importante que al examinar la
Historia se comprenda que no es por un decreto divino que surgió la
civilización, sino que es un proceso complicado de decisiones a cada paso, de
opciones, de selección de mitos y selección de ideas, y selección de formas de
trabajo y selección de formas de estructura económica, etcétera».
Los acontecimientos bélicos en Ucrania, pondera Bartra, forman parte de esta
reflexión sobre la Europa salvaje.
«Estas opciones, esta libertad que tenemos de decidir opciones, sigue
viva, y ciertas opciones nos pueden llevar a situaciones catastróficas muy poco
civilizadas, y eso lo estamos viendo hoy en día en Ucrania, donde una fuerza
que se manifiesta y se define como antioccidental agrede violentamente
territorio europeo, Ucrania, para imponer una alternativa distinta.
«Ahí es donde podemos ver que en la Historia, y sobre todo en la historia
de occidente, la historia de Europa, hay opciones, surgen opciones y algunas de
ellas, como la que ha surgido en Rusia y encabeza Putin son verdaderamente, yo
sí diría, verdaderamente salvajes», concluye.
En su próximo libro, Roger Bartra abordará a un nuevo tipo de hombre salvaje.
«En estos días, yo a lo que me he dedicado es a una rama de la familia de
los salvajes que no investigué en la época en que escribí El mito del salvaje, que es el mito del hombre
lobo», adelanta.
«Yo creo que ésa es una de las ramas de esa gran familia del mito del
salvaje que yo había descuidado, que no había abordado y, justamente, en el
proceso de estar buscando nuevas ilustraciones para mi libro, fui consciente de
esta ausencia».
Este mito, abunda, tiene una raíz tan profunda como la del salvaje, hasta que
divergen.
«El hombre lobo es un mito de la familia salvaje que, igual que el que
examino en mi libro ya publicado, tiene una historia muy antigua que se inicia
igualmente en la antigüedad griega y romana, y continúa hasta nuestros días y
con mucha fuerza, hay una continuidad muy importante», retrata.
«Tiene que ver con que, de una manera más clara, el mito del hombre lobo,
aunque también ocurre con el hombre salvaje que estudié, encarna la maldad, es
una otredad salvaje, también se trata de una mezcla, de un híbrido, de bestia y
de humano, pero mucho más claramente definido no solamente como una bestia,
sino además como algo malvado, aunque también hubo hombres lobo nobles».
Su representación iconográfica, no obstante, presenta más retos que el mito del
hombre salvaje.
«La iconografía sirve de apoyo, pero en el caso del hombre lobo no, porque
prácticamente no hubo ilustraciones del hombre lobo hasta el siglo 20, porque
encarna en el cine», reconoce.
Todavía sin una fecha de publicación, el libro, que recién entregó a sus
editores, será publicado por el sello Anagrama.