Cd.
de México 17 abril 2022.- Karla tiene 15 años,
se conecta a TikTok al menos tres veces al día para publicar algún nuevo video
en la plataforma. Además, en muchos otros momentos del día entra a la
plataforma para ver los nuevos «trends».
En Instagram está aún más activa, pues además de compartir los TikToks que
graba diariamente, sube fotos y videos de lo que está haciendo, con quien está,
a dónde va, qué come…
«Ella piensa que no pasa tanto tiempo en redes sociales, aunque siempre
puedes esperar que te conteste en Messenger o en Instagram, pues siempre
aparece que está en línea», dice Amelia, una de sus compañeras de
preparatoria.
De hecho, Karla
tiene varias cuentas en las diferentes redes sociales (al menos 3 en cada una:
Facebook, Instagram y TikTok), pero, dependiendo de cuál sea la última que
creó, es en la que publica más.
«En algunos adolescentes y jóvenes veo esa imperiosa necesidad de entrar a
las redes sociales, porque si no, se ponen ansiosos; si no, se ponen en un
estado de ánimo alterado», explica Miguel Wilson, psicólogo clínico y con
especialización en adicciones y relaciones.
El psicoterapeuta señala similitudes en todas las adicciones.
«Una es la tolerancia: si antes tomaba una copa y ahora tomo dos, si antes
veía TikTok una hora y ahora lo veo dos. La sustancia, llámese como se llame,
virtual o no, cada vez se consume en mayores cantidades durante periodos más
largos.
«Otro es el síndrome de abstinencia: cuando no la estoy consumiendo, me
empiezo a sentir mal, ese es otro de los puntos a tomar en cuenta. Y luego
empieza a haber daños y aun así lo sigo haciendo».
En su experiencia profesional ha detectado también varias características en
común en los menores que se enganchan a las redes.
«Es una forma de evasión. Es una forma de no ver mi realidad, estoy viendo
una realidad virtual, una realidad alterna, donde no estoy viendo mi propia
vida.
«También veo que hay mucha desmotivación. Cuando me meto a redes sociales,
lo que veo es que aparentemente todos tienen una vida fabulosa, increíble,
excepto yo, no sé que estoy haciendo. Entonces viene esta comparación y viene
esta desmotivación, porque yo no tengo esa vida fabulosa que tienen
todos».
Aunque Wilson, con maestría en terapia racional emotiva conductual, se enfoca
más a las sustancias de consumo que a las redes, sí ha podido observar que en
los niños y jóvenes que se «enganchan» hay una falta de expresión
emocional, falta de contacto con sus emociones, para lo cual las redes sociales
aparecen como una distracción de sus emociones.
«Y hay también un cierto vacío existencial. Nosotros lo atribuimos a la
parte espiritual, no religiosa. No nos interesa si son religiosos o no, sino si
atienden su parte espiritual, ese es el que genera este vacío y que estemos en
búsqueda para llenar ese vacío», explica.
Con más de 20 años de experiencia, el psicólogo se ha enfocado en los últimos
años en la parte preventiva de las adicciones más que en la de rehabilitación.
«Una vez que ayudas a uno, te das cuenta que 100 entraron a adicciones en
un minuto. La prevención es el mejor camino. Creo que podemos ayudar más
previniendo que simplemente tratando o reaccionando. Actúa antes de que el
problema aparezca», señala.