En casi 11 años de existencia del Museo de la
Mujer, la historiadora Patricia Galeana, su fundadora, directora y curadora,
recuerda que el comentario más satisfactorio que ha recibido provino de un
señor:
«Soy obrero, tengo 54 años. De veras que la han tenido difícil las
mujeres», escribió el hombre, de manera anónima.
«Yo dije: ‘Bueno, lo logré’. Ése era mi objetivo, que las personas
dijeran: ‘Caray, pues es que esto no es justo’. Y yo estoy segura que ese señor
va a tratar mejor a su esposa, a su hija, en fin. De eso se trata»,
expresa en entrevista la titular del recinto, caracterizado por su revisión
histórica del quehacer de las mujeres y su contribución a la construcción de la
Nación.
Un auténtico recorrido por las luchas más
importantes que han sostenido las mujeres de este País -como aquella para
conseguir la ciudadanía-, accesible al público desde el edificio que albergó la
primera imprenta universitaria, en el corazón del Centro Histórico.
Mismo que, gracias a una ampliación que tomó siete años concretarse,
recientemente inauguró dos nuevas salas que se suman a aquellas sobre la
cosmovisión de la mujer en la época prehispánica, el marianismo novohispano o
el papel de las normalistas durante la Revolución, por mencionar algunas.
Específicamente, se trata de un espacio destinado a las sufragistas y al Frente
Único Pro Derechos de la Mujer, y uno más que aborda las cuatro olas del
feminismo.
«Nos pareció muy importante que se conociera esta gran lección política de
las mujeres, que lograron ponerse de acuerdo aún cuando tenían posiciones
políticas o ideológicas diferentes, pero todas estaban de acuerdo en que debería
de haber salario igual por trabajo igual, que las mujeres pudieran votar y ser
votadas, mejor infraestructura de salud», relata Galeana durante un
recorrido por las nuevas salas.
Y es que, explica la historiadora -responsable de toda la investigación del
museo-, dicho Frente consiguió reunir a 800 agrupaciones femeninas de todo el
País, con cerca de 50 mil integrantes; lo mismo fueran del hegemónico Partido
Nacional Revolucionario (PNR, antecedente del PRI), que mujeres católicas o del
Partido Comunista, como doña Cuca García, quien encabezó esta movilización y
ahora figura en la nueva sala del Museo de la Mujer.
Junto a ella se muestra a otras líderes, como la cantante, compositora y
activista política comunista Concha Michel; la médica de la UNAM Esther Chapa,
o doña Amalia González Caballero, quien se encargó de juntar miles de firmas de
todo el País para exigir el voto. Sus biografías y discursos se pueden
consultar a través de videos en pantallas interactivas.
Del otro lado, junto a un módulo sobre la legislación mexicana en materia de
género, está la sala dedicada a las cuatro olas del feminismo, que arranca
desde la Revolución Francesa con la Declaración de los Derechos de la Mujer y
de la Ciudadana, de la escritora francesa Olympe de Gouges, guillotinada
«en el periodo del terror de los jacobinos», apunta Galeana.
Un siglo después, prosigue la historiadora, la periodista y sufragista francesa
Hubertine Auclert resignificó el término «feminista», que hasta
entonces era usado para referirse peyorativamente a hombres con características
de mujer.
«Hubertine Auclert reprodujo el término feminismo con un sentido positivo,
como la lucha de las mujeres para tener los mismos derechos que siempre habían
tenido los hombres. Y entonces popularizó el término a través de su periódico,
que se llamaba La Ciudadana (La Citoyenne). Esto fue ya a finales del siglo
19″, expone la titular del museo.
El repaso de las olas del movimiento continúa con la publicación de El segundo sexo, de la filósofa Simone de Beauvoir;
la emancipación de la mujer, en busca de poder tener el gobierno sobre su
propio cuerpo -libertad sexual, despenalización del aborto-, y posteriormente
la lucha por la otredad, por la diferencia, un detonador de la lucha por los
derechos humanos en general, incluida la comunidad LGBT+.
Y termina con el momento actual, resaltando el reclamo masivo por el fin del
acoso sexual, de la violencia contra la mujer y de los feminicidios. Con
ejemplos de sucesos como La marea verde, en Argentina; el performance Un violador en tu camino, de las chilenas
LASTESIS, o incluso el surgimiento de la Coordinación para la Igualdad de
Género en la UNAM.
Un espacio para comprender por qué decenas de miles de mujeres salen a las
calles a exigir mayor seguridad y el cese de la impunidad en el País con más
feminicidios entre todos aquellos que no están oficialmente en guerra, indica
Galeana.
«Lo que esperamos es que haya sensibilidad en las autoridades para
comprender la desesperación de estas jóvenes que dicen: ‘Vivimos con miedo’.
Caray, la principal obligación del Estado es darle seguridad a su ciudadanía,
por eso existe el Estado», remarca la historiadora.
«El movimiento feminista ha sido fundamental para el respeto de los
derechos humanos de todas y de todos. Eso es lo que queremos que vengan aquí a
estudiar».
Ahora, sabemos, se habla de feminismos, varios. Y parece
haber mucha alarma por el transexcluyente, ¿cierto?
Eso yo creo que debemos de superarlo. En todos los movimientos de cambio hay
momentos en donde a veces se polariza la sociedad, se radicalizan las
posiciones; pero yo creo que, así como el feminismo siempre ha apoyado todos
los derechos de la comunidad LGBTTI y Queer, no debe de darse esta división.
Hay un gran debate porque hay quienes quieren que se borre la palabra
«mujer», y bueno, eso sí no tiene sentido. Las mujeres existimos, y
también existe la comunidad trans, y todas y todos merecemos respeto a nuestros
derechos como seres humanos. Punto.
Al conseguir que el Gobierno de la Ciudad donara a la UNAM la edificación
abandonada en la parte posterior del Museo de la Mujer, éste también ha podido
convertir su reducido centro de documentación en una biblioteca, y hasta contar
con un área de exhibición y una terraza.
La biblioteca, que fue nombrada «Clementina Díaz y de Ovando» en
honor a la presidenta honoraria y vitalicia de la Federación Mexicana de
Universitarias, A.C. (Femu, parte vital en la operación del recinto), cuenta
con un acervo especializado únicamente en temas de género, así como con
tabletas digitales para realizar consultas en línea.
En este espacio ahora podrán llevarse a cabo algunas de las actividades que
hacen del recinto, más que un museo, un verdadero centro cultural: talleres de
escritura, de poesía y de teatro, así como asesoría jurídica y psicológica.
En la nueva terraza, cuenta la directora Patricia Galeana, tendrán lugar las
clases de yoga y de defensa personal.
Por otro lado, el nuevo auditorio y sala de exposiciones fue inaugurado el pasado
18 de marzo por el Rector Enrique Graue con una exposición con una decena de
esculturas de Leonora Carrington.
Esto luego de que la artista plástica Glenda Hecksher, vicepresidenta de
Asuntos Internacionales de la Femu, contactara al hijo de la creadora
surrealista, Pablo Weisz, quien incluso decidió donar al museo una pequeña
réplica de la célebre La barca de las grullas.
«Ella le comentó de nuestra labor, de lo que hacemos, y a él le gustó
mucho, porque Leonora Carrington era una feminista activa, militante»,
señala Galeana. «Inclusive hizo un cartel que fue emblemático para el
feminismo de su tiempo, que se llamó Mujeres conciencia«.
La exposición de Carrington, complementada con obra gráfica de creadores como
Raúl Anguiano, Carla Rippey, Frida Hartz o Pablo O’Higgins, se podrá visitar
hasta junio, y después será sustituida por otra con pinturas y dibujos de la
misma creadora.
Por ahora, el Museo de la Mujer (República de Bolivia 17, Centro Histórico)
está abierto de martes a domingo en un horario de 10:00 a 14:00 horas. La
información sobre sus diferentes actividades puede consultarse en
www.museodelamujer.org.mx.