La tarde del
sábado 5 de marzo del 2022 será recordada como uno de los capítulos más oscuros
y tristes en la historia del futbol mexicano.
Mientras
en la cancha de La Corregidora se enfrentaban Querétaro y Atlas con victoria
parcial (0-1) del visitante gracias a una anotación de Julio Furch, al minuto
62’ en las gradas se desató la violencia que alcanzó el grado de barbarie.
La barra de
Gallos encapsuló a la de los Zorros ante la complacencia e inacción de la
policía y la seguridad privada en el estadio para desatar una serie de golpizas
en la tribuna, las cuales se trasladaron a los pasillos, accesos, túneles,
fosos y el terreno de juego, mientras familias y aficionados de uno y otro
equipo trataban de ponerse a salvo.
El
partido se detuvo y la mayoría de los jugadores se resguardaron en los
vestidores, mientras algunos como el portero local Washington Aguerre trataba
de ayudar y llamaba a la calma, o el técnico Hernán Cristante, que abrió las
puertas del vestuario a seguidores rojinegros, al tiempo de un intento
infructuoso por persuadir a los agresores.
Las imágenes
le dieron la vuelta al mundo en cuestión de minutos y en la prensa
internacional se habló de México con encabezados como “Horror”, “Violencia
extrema” y “Vergüenza”.
Pese
a lo sucedido, ni la Liga MX ni la Federación Mexicana de Futbol atinaron a
suspender de inmediato los tres partidos de aquel sábado y el balón rodó con
todo y la sangre derramada en La Corregidora.
Circularon
versiones periodísticas extraoficiales asegurando que hubo 17 muertos tras la
violencia en Querétaro, las cuales fueron desmentidas horas después, no así las
imágenes en las que distintos seguidores del Atlas eran golpeados y despojados
de sus prendas pese a estar inconscientes.
En
un primer reporte del gobernador de Querétaro Mauricio Kuri, habló de 26
heridos, tres de ellos de gravedad, todos trasladados al Hospital General del
estado, pero “ningún muerto”, reafirmó; sin embargo, el mandatario calificó los
hechos como “tragedia” y advirtió a los responsables que no pararía hasta dar
con ellos para meterlos a la cárcel.
Tres
días después y luego de una serie de especulaciones, la Junta de Dueños de los
equipos de Primera División decidió no desafiliar al Club Querétaro, y a cambio
su directiva fue inhabilitada cinco años, el estadio vetado por uno, y se
aseguró que la franquicia será puesta a la venta con altas probabilidades de
que cambié de plaza.
El
titular de la Liga MX, Mikel Arriola habló de “sanciones históricas”, pero las
más esperadas que eran la de desafiliar a Gallos o el anuncio de la
erradicación de las barras, no llegaron.
Se habló de
implementar el Fan ID y el reconocimiento facial para acceder a los estadios,
la prohibición permanente de que las barras viajen a los partidos de visitante
de sus equipos y nada más.
A
la fecha hay 27 personas detenidas, identificadas como partícipes y agresores
en la riña, mientras que todos los lesionados ya abandonaron el hospital.
Además, hace apenas un par de días el gobernador Mauricio Kuri destituyó al secretario de Seguridad
Ciudadana, Miguel Ángel Contreras Álvarez y al titular de la Coordinación
Estatal de Protección Civil, Carlos Rodríguez Di Bella.
Añadió
que en unos días más anunciará “un paquete de medidas para resanar lo que se ha
desgarrado, para vivir libres de adicciones, para restablecer el respeto y la
tolerancia, para disfrutar de la equidad y la igualdad, para cumplir con la ley
y para desterrar la violencia”.
Así las cosas,
a un mes de lo sucedido en La Corregidora el futbol mexicano sigue su camino y
están por implementarse las medidas que, según las autoridades de Liga MX y
FMF, evitarán que hechos como los ocurridos hace exactamente un mes vuelvan a
repetirse.