La Comisión Europea
insta a la Unión Europea a reducir drásticamente las emisiones de CO2 en un 90%
para 2040, respecto a 1990.
Esta propuesta implica
acciones abarcadoras en todas las áreas económicas, priorizando la
descarbonización del sector energético. Se confía en lograr esta reducción neta
mediante la absorción de emisiones a través de sumideros naturales y
tecnologías como la captura de CO2. Aunque suaviza la ambición en comparación
con versiones anteriores, omite referencias directas a esfuerzos agrícolas,
coincidiendo con protestas en este sector.
El plan busca alinear a
la UE con la neutralidad climática para 2050 y propone destinar el 1.5%
adicional del PIB anualmente entre 2030 y 2050 para la transición energética.
La propuesta, a debate
preelectoral, destaca la necesidad de prevenir muertes prematuras debido a la
mala calidad del aire y posiciona a la UE en la carrera de tecnologías verdes
con un mercado estimado de 650,000 millones de dólares en 2030.