Martín Quitano Martínez
Los
malos gobernantes
son
elegidos por los buenos ciudadanos que no votan.
George
Jean Nathan
Con los cierres nacionales de precampaña concluye
la primera etapa formal de la carrera presidencial, disputando en esta “primera
llamada”, las bases de los proyectos de nación. Es el momento también que
enfrenta a los equipos de los bloques en competencia para la definición de recorridos,
mecanismos comunicacionales, luchas de poder que acumulan problemas de todo
tipo y tamaño, de uno y otro lado y que deben resolverse en el camino.
Las precampañas que han terminado se enfrentan en
la discusión entre la continuidad o no de la visión gobernante, irreductible y absoluta,
que nos ha llevado a la ruptura de ideas de tolerancia y convivencia. Un
proyecto de nación que enarbola la hipócrita pureza de la causa del pueblo que
vota por ellos, mandando al cesto de la basura a millones que no les votan, que
no coinciden y que por ello son acusados de antipatriotas, de conservadores y
de estar contra el pueblo.
Tiempo de intercampañas. Un espacio para entrar en
la recta final del 2 de junio y sin embargo la discusión nacional continúa con los
problemas de los ejercicios públicos de la mal llamada transformación. El
gravísimo problema de la violencia, que se encuentra totalmente fuera de
control, se acentúa en todas sus crudas manifestaciones, más allá del discurso
negacionista del presidente, que provoca lecturas de indiferencia, ineficiencia
y/o complicidad, pues su estrategia no ha servido o ha quedado demasiado a deber.
Los problemas son múltiples y muy complejos y sin
embargo se muestran peores por esa
actitud que pasa de la conformidad a la desvergüenza de las excusas que buscan
ocultar sus incapacidades. Solo es evidente el refugio de sus programas
sociales que ocupan, como en el pasado que tanto critican, como palanca
clientelar y de coerción para quienes los reciben.
Concluye la primera etapa del mayor proceso
electoral de nuestra historia. Para muchos marca la disputa por los principios democráticos
con la posibilidad de reencontrarnos en la pluralidad y de nuevas esperanzas o sumirnos
en el horizonte del pensamiento único, una continuidad basada en la exclusión
del respeto a las diferencias y la persecución de la pluralidad.
Han cerrado los primeros pasos de esta carrera
hacia el 2 de junio.
Ha quedado claro que así pudiéramos, pese a todo,
seguir avanzando y lograr el objetivo de una participación suficiente y
comprometida con los valores democráticos que aleje los fantasmas del miedo, la
violencia y la coerción. Hemos visto que aún con los contratiempos surgidos en
cada equipo, con las confrontaciones acidas y las escaramuzas de las intolerancias
y las rispideces y pese a la agresión y sitio de las instituciones electorales
que buscan minar en la certidumbre del procedimiento, muchos de los actores
políticos, pero más aún, la mayoría de la sociedad han podido apostar por la
civilidad y la paz.
Y tal vez lo más significativo que hemos observado
en estas precampañas, es que la incertidumbre democrática de los resultados ha
ido ocupando su asiento en esta contienda, desapareciendo la certeza del “arroz
cocido” que quisieron sellar al inicio del proceso.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Claudia puede ir a donde quiera. Pero ¿podrá decir
lo que quiera?
X: @mquim1962