VARGAS LLOSA NOS ENSEÑÓ QUE LA LITERATURA ES LA ARENA DE LA LIBERTAD TOTAL: ROSA BELTRÁN

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Daniel Francisco   

Foto: Barry Domínguez

Ciudad Universitaria, CDMX, 21 abril 2025.- “Quienes dudan de que la literatura, además de sumirnos en el sueño de la belleza y la felicidad, nos alerta contra toda forma de opresión, pregúntense por qué todos los regímenes empeñados en controlar la conducta de los ciudadanos de la cuna a la tumba, la temen tanto que establecen sistemas de censura para reprimirla y vigilan con tanta suspicacia a los escritores independientes”.

Son las palabras que el escritor Mario Vargas Llosa, fallecido el pasado 13 de abril, pronunció al recibir el Premio Nobel de Literatura. Además de este galardón, ganó el Premio Cervantes en 1994, el Príncipe de Asturias de las Letras en 1986, el Ortega y Gasset de Periodismo en 1999, el Internacional de Literatura Rómulo Gallegos en 1967. Fue investido doctor honoris causa por las universidades de Oxford, Harvard, UNAM –2010 –, entre otras.

Para analizar la obra del autor peruano, Gaceta UNAM conversó con Rosa Beltrán, coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM; Gilda Waldman, socióloga y profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; Raquel Mosqueda, investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas y Alejandro Peña, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

La escritora Rosa Beltrán afirmó que Vargas Llosa, “como el ensayista extraordinario que fue, cuando habla de literatura nos presta sus ojos para abrir puertas a los clásicos, nos hace ver la literatura como la arena de la libertad total donde la realidad siempre va a ser puesta a prueba y donde cualquier ideología, nos demuestra, siempre está al servicio de algún poder, del poder con mayúsculas”.

La autora de La corte de los ilusos agregó que “no hay forma de tener una imagen clara y completa de la literatura en nuestra lengua si no leemos la portentosa obra de Mario Vargas Llosa (alrededor de 30 novelas). Es el gran autor de La ciudad y los perros, con la que cobra notoriedad; de Conversación en la Catedral –una de las piezas más experimentales de su tiempo–; Pantaleón y las visitadoras, que representa una de las críticas más feroces a la visión obtusa de los militares, pero también una de las obras más divertidas que se han escrito; La tía Julia y el escribidor, critica a esas revistas del corazón que se ocupaban de hacer cartas inventadas a supuestos lectores. La guerra del fin del mundo y El sueño del celta son grandes críticas al colonialismo, y ensayos como La verdad de las mentiras y La civilización del espectáculo son, ambos, un homenaje a la cultura como un tesoro y como conciencia crítica de nuestros días”.

El legado

Gilda Waldman, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, consideró que la obra de Mario Vargas Llosa tuvo las siguientes aportaciones: “Renovación narrativa de la literatura latinoamericana que rompió con las estructuras previas del continente; la recuperación, a través de la palabra literaria, de la diversidad de verdades de la historia, en contraposición a verdades únicas u oficiales; exploró la multiplicidad de formas en las que se manifiesta el poder, desde los cuarteles militares (La ciudad y los perros), hasta la esencia del poder despótico ejercido por los dictadores latinoamericanos (La fiesta del Chivo)”.

A lo anterior hay que agregar, señala la egresada de la Escuela de Sociología de la Universidad de Chile: “La creación de una obra literaria que problematiza la compleja relación entre realidad y ficción, la historia y la memoria, la historia pública y la privada; la exploración crítica sobre la política, la corrupción, la educación y el fanatismo religioso, entre otros fenómenos, en las sociedades latinoamericanas”.

El escritor peruano recién investido como doctor honoris causa por esta casa de estudios en 2010.

Su obra literaria

Raquel Mosqueda, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras e integrante del Instituto de Investigaciones Filológicas, dijo que “la gran aportación del autor de La guerra del fin del mundo es la de conciliar en cada novela una profunda complejidad narrativa con su, al parecer, inagotable capacidad de fabular, de inventar universos donde la realidad adquiere toda su dimensión (a veces trágica, a veces cómica), sin que por ello se pierda, ni por un momento, el que considero debe ser uno de los requisitos indispensables de toda buena literatura: el goce, el disfrute inmenso de leer”.

La visión social

Alejandro Peña, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, indicó que Vargas Llosa “es un autor imprescindible para la literatura latinoamericana y mundial, por su obra tan extensa y ambiciosa. Fue un autor que supo mantenerse vigente durante más de medio siglo. Algo que considero particularmente importante de su obra literaria es su relación con la realidad social y la historia de los pueblos de América Latina”.

La combinación entre ficción literaria e indagación social es difícil y delicada, y creo que Vargas Llosa logró eso plenamente en varias novelas, aclaró. “Adentrarse de manera viva, latiente, en una historia que fue real, con personajes que verdaderamente caminaron sobre el mundo, es una aventura maravillosa. Y eso sucede con su obra”.

El político

Mario Vargas Llosa escribió en El pez en el agua: “Siempre he creído que escribir novelas ha sido, en mi caso, una manera de vivir las muchas vidas –las muchas aventuras– que hubiera querido tener, y no descarto que, en ese fondo oscuro donde se traman nuestros actos, fuera la tentación de la aventura, antes que ningún altruismo, lo que le empujara a la política profesional”.

Su hijo, Alvaro Vargas Llosa recupera en su libro El diablo en campaña las palabras que le dijo Octavio Paz ante la inminente aventura en la política, en ese salto sin red de protección en busca de la presidencia de Perú en 1990: “Lo mejor que puede ocurrir, Mario, es que pierdas las elecciones. Así, habrás dado un gran ejemplo y te habremos recuperado”.

Respecto a este tema, Alejandro Peña afirma que “su carrera como político y como analista de la política presenta aspectos endebles, pero no cabe duda de su compromiso con las ideas democráticas, sobre todo en las décadas de dictaduras y férreos autoritarismos en América Latina. Mostró valentía, no solamente con sus opiniones en el campo de la política, sino convirtiéndose él mismo en actor político. Una combinación también difícil de mantener, con congruencia y equilibrio, entre el político y el literato”.

Vargas Llosa compartió durante el discurso dictado en el tradicional brindis posterior a la entrega de los premios Nobel en Estocolmo, en diciembre de 2010, lo que significaban las letras en su vida:

“Érase una vez un niño que a los cinco años aprendió a leer. Eso le cambió la vida. Gracias a los libros de aventuras que leía, descubrió una manera de escapar de la pobre casa, del pobre país y de la pobre realidad en que vivía, y de trasladarse a lugares maravillosos, espléndidos, con seres bellísimos y cosas sorprendentes donde cada día, cada noche, significaba una manera más intensa, aventurera y novedosa de gozar”.

FUENTE: UNAM

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