· Se estima que en el mundo existen aproximadamente
275 mil especies marinas, indicó Pablo Hernández Alcántara
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• La contaminación por microplásticos en los océanos llega a la dieta de los
habitantes de las urbes: María Guadalupe Ponce Vélez
El 40 por
ciento de la totalidad de la población mexicana vive a menos de 100 kilómetros
de una costa, por lo cual es imperativo que las localidades del centro del país
volteen hacia el mar para su conservación, expuso Pablo Hernández Alcántara,
académico del Laboratorio de Ecología y Biodiversidad de Invertebrados Marinos,
del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICML) de la UNAM.
“No
sabemos cuántas especies de fauna marina hay, se habla de entre 250 mil y 275
mil, pero las proyecciones llegan a un millón o más; lo peor es que cada año se
extinguen alrededor de 25 mil especies, sin siquiera haberlas conocido”,
subrayó.
Al
intervenir en la Conferencia por el Día Mundial de los Océanos, celebrado
recientemente, la cual fue convocada por Universum, Museo de las Ciencias de la
UNAM y N+ Media, Hernández Alcántara afirmó que solo se ha llegado a conocer 20
por ciento de la probable totalidad de la fauna marina.
“Aun
cuando se ha realizado un gran esfuerzo científico y se describen 16 mil
especies anualmente, nos tardaríamos alrededor de 500 años en conocer esa
presunta mayoría”, estimó en el Teatro “Jorge Flores Valdés” de ese recinto
universitario.
Señaló
que algunos de los motivos de la pérdida de vida marítima se deben a diversos
estresores como el aumento de temperatura en 1.5 grados centígrados, la
contaminación incesante de los mantos acuíferos y la pesca industrial.
“Nos
ayuda mucho su colaboración; es decir, ‘la ciencia ciudadana’, no hay que
olvidar que la pesca es una extracción de biodiversidad y en varios sitios del
orbe el 80 por ciento de la fauna de acompañamiento se desecha; por ejemplo,
para la pesca de camarón se tienden redes de arrastre que remolcan hasta su
hábitat”, apuntó ante la directora de Universum, María Emilia Beyer Ruiz.
Todo
va hacia el mar
Respecto
a la contaminación de los mayores cuerpos de agua del planeta, la investigadora
del ICML, María Guadalupe Ponce Vélez, comentó que la presencia de polución en
aguas abiertas es enorme. “Ahí están verdaderas islas de plástico, producto del
crecimiento exponencial de la población, que de manera diferencial ejerce
presión sobre los recursos naturales”.
Es
necesario, sugirió, abandonar la idea del antropocentrismo y enfocarnos en
nuestra responsabilidad social, acordar estrategias con base en el grado de
nuestro encargo.
Al
referirse a la contaminación por microplásticos precisó que si se pudiera reunir
toda la micropedacería en nuestra dieta, proveniente de por lo menos 100
productos alimenticios del mar, nos comeríamos el equivalente anual a una
tarjeta bancaria, la que a su vez adquiere contaminantes hasta su destino
final.
“Aunque
aquí vivamos a más de dos mil 200 metros sobre el nivel del mar, todo va hacia
allá. Este planeta no es nuestro, ni mucho menos. Ante esta situación, a veces,
cuando vemos una especie en riesgo digo: tómenle fotos porque quién sabe si la
veremos después”, sostuvo en el encuentro moderado por el periodista de
ciencia, Iván Ruiz.
En
su oportunidad, Norma Angélica Corado Nava, colaboradora de la Dirección
General de Divulgación de la Ciencia, y practicante del buceo científico,
expresó: quienes ejercen esta actividad pueden constituirse en agentes de
cambio para sensibilizar a la población acerca de la enorme riqueza que existe
bajo el agua.
Octavio
Aburto, fotógrafo subacuático, explorador para National Geographic e
investigador de la Universidad de California San Diego, recordó que la meta
para 2020 era proteger 10 por ciento de los océanos del planeta, la cual no se
logró, por lo que ahora se impuso el objetivo de preservar 30 por ciento para
2030.
FUENTE: UNAM