Entre Columnas

Martín Quitano Martínez

Existe una simulación de la inteligencia, como hay una simulación de la virtud.

Remy de Gourmont

Este domingo 12 de enero, nuevamente las fuerzas vivas de la autodenominada cuarta transformación se dieron cita para mostrar que, más allá del objetivo, ellos tienen la fuerza para llenar el zócalo, para sentirse arropados con su pueblo, el cual reconoce el buen rumbo que lleva lo que dan en llamar la revolución de las conciencias.

El festejo por los 100 días del nuevo gobierno se vio y sonó como la reedición cada vez más y más parecida a los eventos priístas de antaño, esos que tanto señalan como los tiempos que ya pasaron y no volverán, esos donde los privilegiados resaltaban sobre los contingentes de acarreados que vitoreaban el régimen emanado de la revolución de 1910.

Las banderas, las “nuevas” corporaciones sindicales, la convocatoria distinta pero igual de los “sectores” que asistieron al evento, no solo mostraron el músculo del grupo hegemónico sino la reedición remasterizada de la nueva centralidad política, donde los privilegios, aunque se nieguen, se muestran sin rubor en medio de la muchedumbre. Allí, en el acto, como el antaño tan criticado, los nuevos y viejos poderosos gozaron de los espacios que les reservaban y custodiaban en medio de vallas que separaron al pueblo, de los representantes del pueblo.

Esa “nueva” clase política en el poder, escuchó atenta el mensaje de parabienes, del país de las maravillas que se han formado con el esfuerzo del gran timonel y que continuará la presidenta sin más cambios que lo que el pueblo demande. Un mensaje acrítico, autocomplaciente, en el que todo va bien como se ha planeado. Somos un país soberano que sabe cómo resolver sus problemas desde que se instala el nuevo gobierno el 2018. Se insiste en las consignas anteriores, el fin del neoliberalismo y la corrupción, el que ahora sí somos el país más democrático, transparente y humanista del mundo y lo seremos aún más.

Nada parece oscurecer la ruta que se ha fijado la cuarta transformación para ejercer su proyecto, porque ellos están seguros de saber gobernar y planear y por ello seremos la economía 10 del mundo. Nos han dado el tren y el nuevo aeropuerto más importantes del mundo; se tendrá ya pronto la paz y los programas sociales continuarán con más peso y más pesos; la salud se atiende mejor que en Dinamarca y en educación tenemos la nueva escuela mexicana. La corrupción se ha acabado, incluyendo la que se realizaba en los organismos autónomos. También se han erradicado los privilegios, y en democracia que decir de su solvencia, pues ahora elegiremos a los ministros, magistrados y jueces, además de que ya no existe el nepotismo y como desde hace seis años el pueblo manda.

El domingo de los 100 días, pletórico en esas nuevas viejas prácticas que muestran que, a esta transformación, diría el presidente del senado, no hay poder sobre la tierra que la pueda parar.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

No es que no quiera ir, es que ni siquiera la invitaron

mquim1962@hotmail.com

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